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20 de mayo de 2024

Ilustracion: abascal feijoo pp vox

Ilustración: Alberto Núñez Feijóo y Santiago AbascalLu Tolstova

El cisma del centro derecha

El ciclo electoral y cómo combatir a Sánchez elevan al máximo la tensión entre el PP y Vox

La carta de Abascal a Feijóo ha dejado en evidencia una situación que viene de más lejos: las direcciones nacionales de ambos partidos están en guerra, y las europeas serán la gran batalla

Gallegas, vascas, catalanas y europeas en apenas cuatro meses. El acelerado ciclo electoral de este primer semestre de 2024 y el modelo de oposición a Pedro Sánchez han elevado la tensión entre las direcciones nacionales del PP y de Vox a unos niveles que no se veían desde el famoso «hasta aquí hemos llegado» de Pablo Casado a Santiago Abascal en octubre de 2020. Aquello ocurrió durante el debate de la primera de las dos mociones de censura que Vox presentó la pasada legislatura y trajo una etapa de total desencuentro entre los dos partidos.
La particularidad ahora es que la guerra se produce mientras, paralelamente, en los territorios las dos formaciones trabajan por mantener la paz en los gobiernos municipales y regionales que comparten. De hecho, tanto el PP como Vox están razonablemente satisfechos con el funcionamiento de sus coaliciones.
La carta que el lunes Abascal envió a Feijóo a través de los medios de comunicación sacó a relucir una situación que, en realidad, lleva tiempo existiendo. «Es bastante evidente, público y notorio, que el PP está preocupado en ganar a VOX. Y me parece un error gravísimo y ya bastante repetido en el despacho que ahora ocupas. Ese no es el camino», le advertía el líder de Vox en la misiva, rememorando a la vez los tiempos en que Casado era el presidente del PP. «Te animo a superar esa obsesión con VOX (un partido que legítimamente representa a millones de españoles que no se sienten representados por el tuyo) para construir juntos una alternativa viable y urgente», añadía.
Desde Vox niegan a El Debate que la carta tenga que ver con su estrategia electoral. La vinculan con el «hartazgo» que dicen sentir en la calle Bambú –sede del partido– y con que Feijóo no haya abierto los ojos con Sánchez ni siquiera después del «teatro bochornoso» –así lo calificó su líder– de los cinco días de reflexión del presidente.
Desde la dirección del PP, por el contrario, afirman a este periódico que lo de Vox es «de no creer». «Están más preocupados con nosotros que con Sánchez. Son cooperadores necesarios (de Sánchez), enemigos del PP», añaden. Un día antes de la carta de Abascal, en una entrevista en El Debate, Feijóo había llamado a concentrar el voto en torno al PP en las elecciones catalanas, desdeñando la opción de Vox: «Si sumamos los votos, multiplicaremos los escaños. Si dividimos el voto puede pasar como en las elecciones generales», alertó.

El fuego cruzado

En esta última semana de campaña en Cataluña, el fuego cruzado entre ambos ha ido a más. Abascal ha acusado a Feijóo de sentarse con Junts y ofrecer pactos a Sánchez «a la mínima de cambio». Y Feijóo se ha lanzado en plancha a por el electorado de Vox hablando de inmigración ilegal, delincuencia y okupación. Hay cierta frustración en el PP: confiaban en sacar un margen amplio a Vox en las catalanas y, sin embargo, las encuestas les dan de media solo un punto por encima, aunque habrá que esperar al resultado de este domingo.
No solo eso. En el País Vasco los populares aspiraban a dejar al partido de Abascal sin su escaño por Álava, pero lo conservó. Los dirigentes de Vox se indignaron cuando supieron que el PP se había marcado dos objetivos en las elecciones vascas, y uno era dejar a Vox fuera del Parlamento de Vitoria. El otro era que el PNV y el PSE no llegaran a la mayoría absoluta para que necesitaran al PP. Pero ni una cosa ni la otra lograron. Tras los comicios, el portavoz de los populares, Borja Sémper, negó la mayor: «Nuestra obsesión no era ese escaño de Vox, era mejorar nuestro resultado», afirmó.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el de Vox, Santiago Abascal (d), al finalizar un pleno del Congreso

Feijóo y Abascal en una imagen de archivoEFE

Donde sí consiguieron los de Feijóo neutralizar a Vox y dejarlo fuera del parlamento fue en las elecciones gallegas, las que abrieron el semestre electoral. Los de Abascal culparon al PP, por haber azuzado contra ellos el «voto del miedo, mal llamado voto útil», en palabras de su secretario general, Ignacio Garriga.
No obstante, la gran batalla entre los dos partidos será la de las elecciones europeas del 9 de junio, con un electorado de derechas mucho más movilizado que el de izquierdas. Los sondeos publicados hasta la fecha auguran que el PP ganará (por un margen no muy amplio), pero también vaticinan que Vox obtendrá un gran resultado y multiplicará sus tres escaños actuales.

En las europeas el PP no podrá jugar contra Vox el comodín del voto útil

A favor del partido de Abascal juega un factor crucial: son unas elecciones a circunscripción única y no deciden el Gobierno de España, así que el PP no puede jugar el comodín del voto útil para atraer a los votantes de Vox. Tradicionalmente, los comicios europeos, al ser supranacionales, son los más propicios para que los electores voten realmente lo que quieren. Y no lo que creen que deben para un fin superior, que es la esencia del voto útil.
Vox pondrá toda la carne en el asador e irá al choque contra el PP. Porque, a nivel europeo, los de Abascal creen que populares y socialdemócratas son prácticamente lo mismo: los dos conforman las «élites de Bruselas», ahora encabezadas por la conservadora Ursula von der Leyen.
Se da la circunstancia de que el PP y Vox comenzaron este curso político sellando su primer gran pacto en clave nacional en cinco años, con motivo del intento fallido de investidura de Feijóo en septiembre. Ya entonces el líder de los populares aclaró que era un acuerdo puntual, solo para la investidura, pero los dirigentes de Vox incluso participaron en varias manifestaciones convocadas por el PP contra la ley de amnistía.
En diciembre se produjo un desencuentro importante entre ambos partidos a raíz del pacto entre socialistas y populares para repartirse los puestos de dirección en las comisiones parlamentarias del Congreso. El nuevo año trajo los primeros vientos electorales y, con ellos, más y más tensión. Hasta hoy.
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