La vida cambió para Alberto
aquella madrugada en un punto situado en el kilómetro 24 de una autopista que tiene 93 kilómetros de longitud, los que unen
Sevilla y Cádiz.Ese día, que era 19 de marzo, nuestro protagonista formaba parte de un control de tráfico como miembro del GAR (Grupo de Acción Rápida) a la altura de la localidad sevillana de Los Palacios.
A las 4:40 de la mañana, aproximadamente, un camión articulado que llegaba a su punto de vigilancia
perdió el control de su vehículo, arrollando a todo lo que se puso por su paso, que no era poco, ya que otros turismos aguardaban para realizar las pertinentes pruebas de alcohol y drogas a sus conductores.
Alberto no se llevó la peor parte. En el accidente perdieron la vida dos de los compañeros que formaban parte del dispositivo, el cabo Eneko y el guardia Juan Jesús. En el control había hasta un total de 17 agentes.
En el hospital
A finales de marzo trascendía que ya había recibido el alta hospitalaria uno de los dos agentes cuyas lesiones revestían menos gravedad, mientras el guardia civil afectado por neumotórax bilateral y otros traumatismos seguía ingresado.
Este viernes le poníamos cara, porque le ha tocado a él abandonar el
Virgen del Rocío, cuyo equipo sanitario ha velado por él desde entonces.
A pesar de su sonrisa y del aplauso de los que le rodeaban, sus lesiones son graves. Según creen los facultativos, previsiblemente no podrá volver a caminar, al menos adecuadamente, como consecuencia del tipo de lesión. Por ello, a 'Farru', como le conocen en el cuerpo, ahora le queda una dura rehabilitación, física y psicológica, en el afamado Hospital de Parapléjicos de Toledo.
El presidente de la Junta, Juanma Moreno, ha publicado un video en sus redes sociales mostrando la despedida de este agente del Hospital Virgen del Rocío tras recibir al alta. «Te deseamos lo mejor, mucho ánimo en la siguiente fase de recuperación», apunta en su publicación el presidente andaluz.
Agradecimiento
A Alberto, ni la gravedad de su estado le tapaba el sincero agradecimiento que siente por el personal del Virgen del Rocío, en donde ha permanecido ingresado más de 40 días.
«Me habéis salvado. Vine aquí moribundo y me habéis curado todas las heridas. Ahora queda mucho por delante». Todo el personal del hospital le dedica una cerrada y sentida ovación. Su sonrisa, aunque de visibilidad incompleta a causa de un aparatoso collarín, reflejaba la emoción del momento. «Uno llega aquí en la situación más dramática de su vida. Nos hacéis ver que esto es un cambio de vida a una vida, diferente y ya está, no hay peor ni mejor».