Lobo ibérico en España

Lobo ibérico en EspañaEuropa Press

Cuenta atrás para el fin de la sobreprotección del lobo en la UE: «No tenemos esperanza de que España rectifique»

«No pedimos que se extermine el lobo, solo que haya un equilibrio y un control», reclama Joaquín Antonio, presidente de Asaja Ávila

El estado de protección del lobo es uno de las grandes temas de discusión del campo español en los últimos tiempos.

La inclusión del cánido en el el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre) en España en 2021 ha dejado un saldo sangrante para los ganaderos: desde la sobreprotección de la especie se han registrado 8.000 ataques a ganado extensivo y, según los datos del informe sobre la situación del lobo ibérico en España elaborado por la Fundación Artemisan, la población de lobo ibérico ha aumentado un 26 % desde 2014: de 317 manadas contabilizadas en el período 2012-2014 a 400 en el 2019-2022.

La modificación europea aprobada en diciembre con España e Irlanda como únicas naciones contrarias adapta el estatus del lobo de «estrictamente protegido» a «protegido». Esta variación abre la puerta a los estados miembros a la gestión cinegética de la especie a partir del 7 de marzo, momento en el que entra en vigor el cambio en el Convenio de Berna.

La cuenta atrás deja en manos del Gobierno de Pedro Sánchez la decisión sobre la gestión del lobo brinda la posibilidad de controlar al animal al norte y sur del río Duero podría llenar de esperanza a los ganaderos; sin embargo, en el campo reina el pesimismo.

«No tenemos ninguna esperanza de que el Gobierno rectifique. Siguen empeñados en sobreproteger al lobo y no están con las necesidades del ganadero. La situación es desesperante», señala resignado en conversación con El Debate Joaquín Antonio, presidente de Asaja Ávila, una de las provincias donde más se siente la presencia del depredador.

La bala de recurrir a lo que dicte Bruselas ya no está en el repertorio del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico. «La política de conservación de la UE y los esfuerzos en favor del lobo han sido un éxito en las últimas décadas. Sin embargo, la realidad sobre el terreno está cambiando. El aumento constante de las poblaciones de lobos y el riesgo que esto plantea ha justificado adaptar el estatuto de protección jurídica del lobo», indicó Jessika Roswall, comisaria de Medio Ambiente, Resiliencia Hídrica y Economía Circular Competitiva.

Desde el 7 de marzo cada país podrá decidir qué medidas de gestión del lobo aplicar siempre que mantenga un estado de conservación favorable.

«El Gobierno tendría que retratarse de lo que se ha manifestado hasta ahora. La anterior ministra, Teresa Ribera, no llegó a reunirse con las organizaciones profesionales agrarias y el nuevo equipo ministerial tampoco. La situación no es nada buena y lo que impera es la desesperación», apunta Antonio.

El silencio de la nueva ministra de Transición Ecológica nombrada en noviembre, Sara Aagesen, también ha sido criticado por Unión de Uniones. «La ministra entrante ya ha tenido tiempo suficiente de ponerse al día y su equipo debería estar convocando reuniones para hablar de este tema con los ganaderos», apunta la organización, que recuerda que desde 2021, a nivel de la UE se están dando pasos que modificarán el contexto normativo mientras que la estrategia del Ejecutivo «está congelada y la especie está creciendo y con ella los daños al ganado».

Las comunidades autónomas con más ataques desde la inclusión del lobo en el listado de protección especial son Castilla y León, Cantabria, Galicia, Madrid o Asturias.

«No tienen ningún sentido que en el país que más daño provoca el lobo a la ganadería la Administración no esté con sus ganaderos. Nosotros no pedimos que se extermine el lobo, solo que haya un equilibrio y un control, que es lo que va a permitir esta modificación del estatus del lobo», asevera Antonio.

Las asociaciones agrarias de distintas comunidades autónomas trabajan en censos para trasladar sus reclamaciones, al Ministerio: «Mientras, mutis por el foro. Parece que al final todo ha quedado en que Teresa Ribera se empeñó y ya está, pero hay mucho trabajo que hacer y no se puede ignorar a los ganaderos. Si no nos quieren en los despachos, pues nos tendrán que escuchar en las calles», concluyen.