Ciencia
La Estación Espacial Internacional se estrellará en el Pacífico en 2031: así será su final
Tras 30 años de actividad, la que está considerada como una de las obras más complejas de la humanidad será reemplazada por nuevos módulos lanzados y operados por el sector privado
La Estación Espacial Internacional (EEI), una de las obras más difíciles y meritorias de la historia de la humanidad, ya tiene una fecha de deceso: enero de 2031. Tras 33 años de vida (fue puesta en órbita en noviembre de 1998 como un proyecto de colaboración entre las agencias espaciales estadounidense, rusa, europea, japonesa y canadiense), la NASA reveló esta semana que sus restos se estrellarán contra un remoto punto del Océano Pacífico, poniendo así fin a una era, la de las agencias gubernamentales, y dando comienzo a otra, la de empresas privadas como SpaceX o Virgin Galactic, que reemplazarán el aparato con sus propios lanzamientos.
Con 444 toneladas de peso y 108 metros de longitud, la EEI ha acogido a lo largo de estos 24 años hasta 3.000 investigaciones científicas –entre ellas ensayos de sistemas y equipamientos necesarios para la realización de vuelos espaciales de larga duración– como laboratorio de microgravedad permanente.
La hoja de ruta de los últimos ocho años de vida del módulo se recogen en el recién publicado Informe de Transición de la EEI, donde se revela que la principal razón de su jubilación, además de su longevidad, es económica: el cambio de modelo de uno público a otro privado supondrá el ahorro de hasta 1.300 millones de dólares de actividades en órbita baja terrestre, que, al pasar a dominio comercial, podrán dedicarse, por ejemplo, a la exploración del espacio profundo.
En estos momentos, la EEI tiene licencia para operar hasta 2024, pero ya hay acuerdo para ampliar su actividad hasta 2028. El presidente de EE.UU., Joe Biden, se ha comprometido a que su tiempo de vida llegue a 2030, si bien Rusia ha mostrado sus dudas respecto a que supere ese tiempo por la fatiga estructural del módulo y porque los equipos obsoletos pueden dar lugar a «fallas irreparables».
Por ello, y mientras el sector privado va ocupando el hueco dejado por la EEI, la NASA ya ha diseñado la muerte del módulo. El artefacto iniciará su viaje de regreso a la Tierra entre junio y noviembre de 2030 y, en enero, atravesará la atmósfera, lo que dará lugar a que los materiales se calienten a temperaturas muy altas y puedan desprenderse. El lugar exacto en el que caerán los restos será el llamado Punto Nemo (llamado así por el capitán de la novela Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne) o Polo de inaccesibilidad del Pacífico, una zona ubicada entre Oceanía, Sudamérica y la Antártida con una actividad biológica casi nula y que sirve desde los años 70 del siglo pasado como cementerio espacial.
Como es lógico, el plan de la agencia pasa por una caída totalmente controlada, pero existen varios riesgos: que parte de los escombros pasen a formar parte de la basura espacial o que se estrellen fuera de la zona fijada. Además, la operación depende de factores externos, como que el Sol emita demasiada radiación e incremente así la velocidad del aparato, si bien hay todavía una década por delante para evitar este extremo.
Para entonces, la NASA espera que tres empresas que han sido financiadas con dinero de la agencia hayan lanzado ya sus propias estaciones, las cuales funcionarán tanto para los organismos estatales como para clientes del sector privado. De esta manera, la NASA, que brindará asistencia a las compañías, solo pagará por los servicios que necesite, pudiendo ahorrarse así los costes derivados de mantenimiento y de las operaciones realizadas en la actualidad en la EEI. «Esperamos maximizar este retorno de la EEI hasta 2030 mientras planificamos la transición a los destinos espaciales comerciales que seguirán», explica Robyn Gates, director de la Estación en la sede de la NASA, en el comunicado. «La EEI está entrando en su tercera década más productiva década como plataforma científica innovadora en microgravedad», añade el responsable, que detalla también que los próximos ocho años serán decisivos en cuanto al desarrollo de los planes de colonización de otros planetas.