Ciencia
Un asteroide «potencialmente peligroso» se acercará a la Tierra este viernes
La gran roca espacial es dos veces más grandes que el Burj Khalifa, el edificio más grande del mundo y 20 veces más rápida que una bala
Un gran asteroide, dos veces más grande que el Burj Khalifa, el edificio más grande del mundo que se encuentra en Dubai y 20 veces más rápido que una bala, se acercará el próximo viernes 27 de mayo a la Tierra. Según ha publicado el Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS), dirigido por la NASA, se trata del asteroide más grande que se aproximará a la tierra este año.
El asteroide denominado 7335 (1989 JA) no alcanzará la tierra, ya que estará a cuatro millones de kilómetros –a casi 10 veces la distancia de la Tierra a la Luna–. Viaja a una velocidad de 76.000 kilómetros por hora, por esto, la NASA lo ha calificado como «potencialmente peligroso».
El 7335 (1989 JA) posee un enorme tamaño, puesto que tiene 1,8 kilómetros de diámetro. Las probabilidades que que impacte con nuestro planeta son bajas, pero la NASA lo vigila por si se desvía de su órbita.
Este asteroide es un tipo de asteroide nombrado por la NASA como Apolo. Con este apodo denominan a las rocas espaciales que orbitan alrededor del sol mientras cruzan de una forma periódica la órbita de la Tierra.
Para los científicos es una oportunidad única para estudiarlo, porque no volverá hasta el 23 de junio de 2055 y lo hará mucho más lejos, a unos 21 millones de kilómetros.
Ahora además, es posible acceder a la ubicación real y el movimiento de cualquier asteroide, solo basta con meter el nombre de la roca en el enlace.
«Cercano a la Tierra»
Muchas personas piensan que la clasificación de «potencialmente peligroso» se debe al impacto con la Tierra, pero esto no es así. Lo que marca es su capacidad destructiva.
La NASA denomina «objeto cercano a la Tierra» a cualquier elemento que se mueva a menos de 193 millones de kilómetros. Además, lo considera «potencialmente peligroso» si se desplaza a más de 7,5 millones de kilómetros.
Una vez que los objetos están marcados, los astrónomos los monitorean de cerca, buscando cualquier desviación de su trayectoria prevista que pueda ponerlos en curso de colisión con la Tierra.