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La ultradébil galaxia compañera de la Vía Láctea, Leo I, aparece como un parche tenue a la derecha de la estrella brillante, RegulusEuropa Press

Sugieren cómo observar el segundo agujero negro supermasivo más cercano a la Tierra

La rareza de este es que tiene una masa muy similar al alojado en la Vía Láctea, pero está en una galaxia mil veces menos masiva que la nuestra

Tres millones de veces la masa del Sol. Eso es lo que ocupa un agujero negro alojado en la galaxia enana Leo I. Su hallazgo se produjo a finales de 2021 por un equipo independiente de astrónomos y ahora dos astrofísicos sugieren una forma de observarlo.

El grupo que lo descubrió el pasado año identificó cómo las estrellas aumentaban su velocidad a medida que se acercaban al centro de la galaxia, lo que supone una evidencia de la presencia de un agujero negro. Ahora, los astrofísicos de CfA, Fabio Pacucci y Avi Loeb, sugieren una nueva forma de verificar la existencia de este agujero negro supermasivo en un estudio publicado en la revista Astrophysical Journal Letters.

«Los agujeros negros son objetos muy escurridizos y, a veces, disfrutan jugando al escondite con nosotros», dice Fabio Pacucci, autor principal del estudio. «Los rayos de luz no pueden escapar de sus horizontes de eventos, pero el entorno que los rodea puede ser extremadamente brillante, si cae suficiente material en su pozo gravitacional. Pero si un agujero negro no acumula masa, en cambio, no emite luz y se vuelve imposible de encontrar con nuestros telescopios».

Este es el desafío con Leo I, una galaxia enana tan desprovista de gas disponible para acumular que a menudo se la describe como un «fósil». Los investigadores sugieren que una pequeña cantidad de masa perdida por las estrellas que deambulan por el agujero negro podría proporcionar la tasa de acreción necesaria para observarlo.

Hacerlo sería algo «innovador», ya que es el segundo agujero negro supermasivo más cercano a la Tierra después del que se encuentra en el centro de nuestra galaxia. La rareza de este es que tiene una masa muy similar al alojado en la Vía Láctea, pero está en una mil veces menos masiva que la nuestra.

«En el caso de Leo I», continúa Loeb, «esperaríamos un agujero negro mucho más pequeño. En cambio, parece contener un agujero negro de varios millones de veces la masa del Sol, similar al que alberga la Vía Láctea. Esto es emocionante porque la ciencia suele avanzar más cuando sucede lo inesperado».

A la pregunta de cuándo podemos esperar una imagen del agujero negro, Pacucci responde que aún «no hemos llegado». El equipo ha obtenido tiempo de observación en el telescopio espacial de rayos X Chandra y el radiotelescopio Very Large Array en Nuevo México y actualmente está analizando los nuevos datos.