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Así sería el concepto de una ciudad construida en un asteroide, según los autoresUniversidad de Rochester

Ciencia

Ciudades en asteroides: así es la futurista idea que lleva la colonización espacial a otro nivel

Aunque todavía pasarán décadas hasta que el ser humano viva fuera de la Tierra, un equipo de investigadores de la Universidad de Rochester ya ha pensado la manera de hacerlo en uno de los lugares más inverosímiles del Sistema Solar

Una ciudad en un asteroide. La idea es hoy por hoy inverosímil y lo será posiblemente durante cientos de años, tal vez incluso siempre. Pero por idear la manera de cristalizarla, que no quede. Y menos aún si, como aseguran los autores de la fórmula, podría materializarse con tecnologías ya existentes o en fase de desarrollo.

Eso es exactamente lo que ha hecho un equipo de investigadores de la Universidad de Rochester, en Estados Unidos. ¿Su propuesta? Una bolsa de malla flexible hecha de nanofibras de carbono ultraligeras y de alta resistencia para envolver la gigantesca roca.

Esta es la clave, explican en su estudio, publicado en la revista Frontiers in Astronomy and Space Sciences, para solventar los numerosos obstáculos que ofrecería un proyecto urbanístico tan inconcebible como ese.

Al estar formados por escombros restantes de la formación del Sistema Solar, hace 4.600 millones de años, los asteroides carecen de la fuerza suficiente para soportar la gravedad y la rotación.

Gracias a esta malla, se lograría envolver el asteroide y contener toda la masa giratoria de sus escombros, soportando al mismo tiempo su propio peso mientras sigue dando vueltas. Proporcionaría, señalan, el equilibrio perfecto, pues permitiría mantener todo el cuerpo unido y ser al mismo tiempo extremadamente liviana.

Esto facilitaría la construcción de las posibles ciudades, para las que los autores toman el modelo ideado en 1972 por el físico Gerard O’Neill. Tras ser consultado por la NASA para que diseñara un hábitat acondicionado que permitiera a los humanos vivir en el espacio, el científico concibió los llamados ‘cilindros O’Neill’, metrópolis espaciales giratorias compuestas por dos cilindros en direcciones opuestas, con una varilla entre ambos. Este sistema funcionaría a la velocidad suficiente para proporcionar gravedad artificial a sus habitantes, y permitir, al mismo tiempo, la vida en su interior.