La historia de la científica que pasó el VIH de contrabando en su bolso para poder estudiarlo
La doctora Radka Argirova, una de las primeras virólogas de Bulgaria, introdujo el virus en la por entonces dictadura comunista
El VIH es todavía motivo de estudio en el mundo debido a que no existe una cura para él. Sin embargo, la ciencia ha a avanzado mucho y actualmente los enfermos tienen una buena situación clínica gracias a los tratamientos, que han aumentado la esperanza de vida considerablemente.
Sin embargo, para llegar a estos avances se han tenido que dejar atrás tabúes y estigmas que han envuelto al VIH desde su surgimiento. Para ello, los científicos han tenido en ocasiones que estudiarlo a escondidas. Un caso llamativo es el de Radka Argirova, una de las primeras virólogas de Bulgaria. Esta mujer tuvo que pasar de contrabando el virus del VIH en su bolso para poder estudiarlo y, con ello, salvar vidas.
La Bulgaria comunista de los años 80 se negaba a reconocer el peligro de la enfermedad y la calificaba como una «enfermedad gay» y un «problema exclusivo de Occidente», a pesar de que por entonces ya había personas afectadas por la enfermedad.
Por ese motivo, la doctora Argirova, que ya había estado investigando el virus junto a sus colegas en la Academia Búlgara de Ciencias, acudió a la entonces Alemania Occidental, para asistir a una conferencia científica sobre la leucemia y sus posibles vínculos con ese nuevo virus. Allí, se codeó con el investigador Robert Gallo, quien se haría famoso por su papel en el establecimiento del VIH como el agente infeccioso responsable del sida.
Un día, tal y como cuenta la BBC, Gallo le preguntó a Argirova cuál era la situación del sida en Bulgaria. La científica contestó que lo desconocían, puesto que no tenían diagnósticos ni el virus. Como solución, Gallo pidió a un colega alemán que preparara el VIH en su laboratorio y lo metiera en un frasco del tamaño de un teléfono móvil actual.
De esta forma, fue una tarea sencilla entregárselo a Argirova para que se lo llevara a Sofía escondido en su bolso. «Era rojo y no se podía ver ni el virus ni las células. Era como el vino tinto y tenía dos frascos: uno de ellos con células infectadas y otro con células no infectadas», relata la viróloga a la BBC.
Problemas con la Justicia
Al llegar a su país, se corrió la voz de que la viróloga había introducido el VIH en Bulgaria y, según comenta ella misma, «hubo mucha bulla al respecto» e incluso sus compañeros científicos tenían miedo.
La cosa se agravó hasta el punto de que apareció en el radar de los servicios de seguridad del Estado y la interrogaron durante meses. Tras mucha insistencia, consiguió aliados en el gobierno y finalmente recibió permiso de las autoridades para reunir a sus colegas y elaborar un sistema de pruebas.
Cuatro años después de introducir el virus en su país, a Radka Argirova le dieron el rol de educar al público búlgaro sobre el VIH y el sida y trabajar en su prevención. En la actualidad, es la viróloga de uno de los hospitales privados más grandes de Bulgaria y una de las expertas sobre covid-19 más reconocidas y confiables del país, tal y como informan desde el medio público británico.