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La nave Starship espera en la rampa de lanzamiento de Boca Chica (Texas)SpaceX

Elon Musk prepara la primera prueba de la colosal nave con la que quiere llegar a Marte

Apenas hay una semana en la que SpaceX no lance al espacio alguna de sus naves Falcon. Elon Musk ha hecho del espacio un negocio rentable gracias a la reutilización de sus cohetes. Al mismo, está enfrascado en su propia carrera espacial en la que la ciencia ficción parece el objetivo a batir.

Musk quiere llegar a Marte y el viaje comienza en la base de pruebas de Boca Chica, en Texas. Allí, un gigante de 120 metros de altura espera a que todo esté listo para volar por primera vez. Es la nave Starship completa, el coloso con el que alcanzar el planeta rojo.

En mayo de 2021 SpaceX consiguió, por fin, que un prototipo mucho más pequeño de la nave aterrizase con éxito después de varios intentos fallidos que acabaron con espectaculares explosiones. Todavía no hay fecha para el despegue del cohete, pero el magnate confía en que será «pronto» y se habla de «semanas».

Una potencia nunca vista

Hasta ahora solo teníamos diseños y bocetos de lo que sería Starship. Ahora, con el vehículo ensamblado en Boca Chica, es posible comprobar la magnitud del proyecto de SpaceX. Una nave de 120 metros de altura compuesta por el módulo que debe viajar al espacio y un propulsor con 33 motores Raptor capaces de duplicar la potencia del mítico Saturno V, el cohete que llevó al hombre a la Luna en las misiones Apolo.

Kindelán

Siguiendo con la máxima de Elon Musk, su compañía asegura que todo el conjunto será reutilizable. Como ocurre con los Falcon y el Falcon Heavy, el inmenso propulsor está diseñado para aterrizar suavemente después de llevar a la nave principal a la órbita.

Estas pruebas discurren a paralelo al proyecto de la NASA que tiene como objetivo la vuelta del hombre a la Luna. El programa Artemis consiguió en noviembre de 2022 dar un pequeño gran paso con el lanzamiento de su cohete SLS y el envío de la nave Orion, sin tripulación, a la órbita de la Luna para después regresar. Un viaje muy parecido al que realizó el Apolo 8 en la Navidad de 1968 y que supuso el impulso definitivo que llevaría a Armstrong, Aldrin y Collins a hacer historia apenas unos meses después.