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Una mujer habla por teléfono

Una mujer habla por teléfonoKIENGCAN

«Papá, necesito dinero»: se multiplican las estafas mediante una nueva IA que imita voces

En EE.UU. ya es el segundo tipo de fraude más común, con 11 millones de dólares arrebatados solamente el año pasado

Los avances tecnológicos conllevan importantes beneficios que, en algunos casos, son aprovechados para un uso perverso o delictivo que acarrea importantes perjuicios a terceros.

En el caso de la inteligencia artificial (IA), un campo cuyo desarrollo no deja de asombrar al mundo. Los expertos alertan ahora de una estafa que no solo consigue engañar fácilmente a sus víctimas, sino que inquieta por lo que la tecnología ya es capaz de lograr.

Se trata de los timos mediante sintetizadores de voz. Mediante softwares ya disponibles y un coste no especialmente elevado, es posible imitar la voz de cualquier persona para, posteriormente, hacerse pasar por ella y defraudar así grandes sumas de dinero.

El fenómeno no es nuevo. Expertos en IA y ciberdelincuencia llevan alertando desde hace al menos dos años de que la arrolladora evolución de estos sistemas terminaría desembocando con seguridad en este tipo de fraudes. Pero ha escalado a tal velocidad que, según un artículo publicado en The Washington Post, se sitúa ya como el segundo tipo de estafa más común en Estados Unidos, con un total de 11 millones de dólares estafados solamente el año pasado.

Mediante un fragmento de audio de apenas 30 segundos, la IA es capaz de captar el timbre de voz de una persona y clonarlo con precisión. Material perfecto para que los estafadores, tras hacerse con los números de teléfono de parientes suyos, como sus padres, les pidan dinero inventando situaciones de emergencia que requieran un ingreso inmediato.

Casos

En su artículo, The Washington Post recoge varios casos, todos ellos de padres y abuelos que recibían supuestas llamadas de sus hijos o nietos en las que les solicitaban transferencias para pagar gastos judiciales o fianzas tras haber sido detenidos. Inmediatamente, los padres acudían al rescate y hacían las transferencia por la vía indicada, generalmente criptomonedas.

Unos sacaron 3.000 dólares canadienses (cerca de 2.000 euros), el máximo permitido por la sucursal, y se desplazaron a otra para extraer más, momento en el que fueron avisados por el director de la oficina sobre la estafa.

Los otros afectados, por su parte, recibieron una llamada del supuesto abogado de su nieto contándoles que necesitaba 21.000 dólares (19.700 euros) antes de que acabara el día para afrontar un juicio por atropello, y simulaba incluso poner al familiar al teléfono para dotar de credibilidad a la treta. Cuando el verdadero suplantado los llamaba más tarde para ver qué tal estaban, descubrían el engaño.

En ambos casos, la difícil trazabilidad de las criptomonedas y el hecho de que las llamadas se hicieran desde números extranjeros hizo imposible recuperar el dinero. En paralelo, la facilidad para extraer grabaciones de voz de plataformas como YouTube, TikTok o Facebook multiplican el peligro y las posibilidades de una estafa tan desconocida –por ahora es más frecuente vía Whatsapp– como convincente.

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