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El astrofísico y profesor Guillem Anglada-Escudé, durante una entrevistaCCCB

Entrevista

Guillem Anglada-Escudé: «Hay evidencias en contra de que haya otra vida inteligente en la Vía Láctea»

El astrofísico catalán lideró el equipo que alcanzó fama mundial en 2016 tras descubrir el planeta potencialmente habitable más cercano a la Tierra

En agosto de 2016, el nombre de Guillem Anglada-Escudé (Ullastrell, Barcelona, 1979) copó titulares de todo el mundo como líder del equipo que descubrió Próxima Centauri B, el que hoy por hoy, y desde entonces, sigue siendo el planeta potencialmente habitable más cercano a la Tierra.

El hallazgo, el más importante de su carrera, le convirtió en una celebridad en el mundo de la astrofísica. La prestigiosa revista Nature le nombró uno de los 10 científicos más importantes del año; Time, por su parte, le incluyó entre los 100 personajes más influyentes. Situado a 4,2 años luz del hogar de la especie humana, Próxima B es inalcanzable, al igual que el resto de estrellas que rodean a nuestro Sistema Solar. Pero como todo descubrimiento, puede ser el principio de algo cuyo desenlace lleguemos, o no, a presenciar.

–¿Qué novedades ha habido respecto a Próxima B desde 2016?

–Fue confirmado independientemente por otro grupo con otro instrumento, de nueva generación y más preciso. Ahora se han reportado además uno o dos nuevos planetas por este mismo grupo, uno de largo periodo orbital y otro de corto y más pequeñito que Próxima B. De momento, hemos confirmado el planeta y sabemos la masa que tiene. Pero no mucho más, ya que es muy difícil caracterizar el planeta con la tecnología actual.

–Esos dos planetas, ¿son también potencialmente habitables?

–Hay uno, Próxima D, que se encuentra en una órbita más interior y que sería el equivalente a Venus en el Sistema Solar. Si B sería más parecido a la Tierra por temas de temperatura, D sería más caliente. Habitable o no, bueno, al igual que B, las variables son tantas y han sido tan distintas de las de la Tierra que tendremos que comprobarlo estudiando sus atmósferas cuando sea posible.

–Poco después de su hallazgo, la NASA confirmó el descubrimiento de Trappist-1, un sistema más alejado pero en el que también parecía haber mundos potencialmente habitables. En paralelo a este hallazgo, la agencia descartó que Próxima B tuviera indicio alguno de habitabilidad, cosa que a usted le molestó bastante. ¿Cómo quedó aquello?

–Molesto tampoco. El sistema Trappist-1 no fue siquiera detectado por la NASA, sino por observadores europeos. Hay siete planetas transitantes en ese sistema. Primero se confirmaron tres y luego se encontraron cuatro más que sí que fueron detectados desde un observatorio de la NASA que se usó para eso. No era un descubrimiento cien por cien de la NASA, sino de investigadores europeos que usaron un telescopio de la NASA. Pero montaron mucha publicidad, algo en lo que son mucho mejores que nosotros. Más que yo molesto, sé que a nivel político europeo hubo gente que se molestó diciendo «hombre, pero si esto es investigación europea financiada con recursos europeos y ahora es como si la NASA lo hubiera hecho todo», y no era el caso.

Si logramos sobrevivir sí que deberíamos observar cómo se desarrolla vida inteligente en otros sitios. Pero la cuestión es cuánto vamos a durar

–¿Ha hecho el telescopio espacial James Webb alguna observación de Próxima Centauri [el sistema al que pertenece Próxima B]?

–Están planeadas, pero al no transitar por delante de su estrella es más difícil detectar pruebas de moléculas. Lo que sí se puede intentar es seguir la estrella durante toda la fase orbital del planeta para detectar parte de la luz que este emite. Pero para ello hay que entender muy bien el instrumento.

–Hace unos años también participó en un proyecto para idear una ciudad sostenible en Marte. ¿Cuáles serían los mayores obstáculos a la hora de materializarlo?

–Lo primero es que Marte está un poco lejos; si estuviera a la misma distancia que la Luna sería más fácil. Económicamente es caro, pues hay que mandar mucha tecnología pesada para hacerla funcionar, pero tecnológicamente no es un gran reto. Hay que aprender a hacer algunas cosas, pero es algo que está muy en sinergia con la sostenibilidad en la Tierra. En Marte, por ejemplo, el dióxido de carbono es muy importante, está en la atmósfera y por tanto es muy fácil de recolectar. El dióxido de carbono contiene carbono, y esto se puede usar para un montón de material y aplicaciones. Lo puedes fijar, usar como combustible, material constructivo, conductor eléctrico, para hacer estructuras, etc. Pero como lo vamos a hacer igualmente en la Tierra, no debería ser un problema tecnológicamente hablando.

–Hablemos sobre los viajes interestelares. ¿Es capaz de llegar a imaginarlos algún día?

–Si consiguiéramos equilibrar la economía y la sostenibilidad terrestre y pudiéramos empezar a habitar Marte y el Sistema Solar, utilizar los asteroides, etc, en una economía espacial, tal vez. Pero tenemos que pasar un censo que no sé si vamos a llegar a conseguir. Ahora vivimos de las rentas que la Tierra ha acumulado durante miles de millones de años, y si no somos capaces de salir del planeta para empezar a operar en el Sistema Solar no vamos a hacer ningún viaje interestelar.

–Es obvio que el paso previo serían los trayectos interplanetarios.

–Se puede pensar que es posible extrapolar la tecnología que se necesitaría para los viajes interestelares, pero eso ya es mucho más difícil que mandar una sonda a Marte. El planeta Tierra ya empieza a estar al límite de su capacidad de producción, y si no somos capaces de salir de aquí y expandir la economía terrestre usando el Sistema Solar difícilmente podamos llegar a hacer viajes interestelares.

–¿Seremos capaces de establecer vida en Marte este siglo?

–Creo que es perfectamente factible. Me da más miedo que colapse la economía terrestre que el hecho de que se pueda hacer o no. Si solucionamos los problemas de sostenibilidad energética, gases de efecto invernadero y economía circular que tenemos en la Tierra, será bastante natural empezar a desarrollar una base en Marte.

–En cuanto a la posibilidad de vida extraterrestre inteligente, usted es bastante escéptico respecto a que exista o a que dure lo suficiente como para que entremos en contacto con ella.

–El universo es muy grande; la probabilidad de que haya planetas habitados y con vida es alta. Pero tiene que haber coincidencia en el espacio y en el tiempo. El hecho observacional es que miramos al cosmos y no vemos evidencia de que haya superpoblación galáctica. Si extrapolamos nuestra tecnología como lo haríamos nosotros, debería haber. Pero ni la vemos, ni vemos que nos visiten continuamente ni nada por el estilo. Hay cierta evidencia observacional experimental en contra a que haya vida inteligente en este momento en la galaxia. Por otro lado, el universo es muy joven; el Sol es una estrella de segunda generación, muy reciente. Se estima que estamos en el primer 1 % de la vida en el universo, así que puede que seamos de los primeros que empezamos a despuntar tecnológicamente.

–¿Los primeros?

–Igual la especie humana no es la única o la primera, pero si de las primeras. Si miras el contexto de lo que va a durar el universo, es muy temprano aún. Hay margen, si logramos sobrevivir sí que deberíamos observar cómo se desarrolla vida inteligente en otros sitios. Pero la cuestión es cuánto vamos a durar. Y si duramos un millón más de años ya no seremos humanos, supongo, seremos una cosa distinta.