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Moscas de la frutaPixnio

Las moscas de la fruta revelan la existencia de un sabor oculto para el ser humano

Se trata del alcalino, potencialmente tóxico y que se suma a los otros cinco ya conocidos

Hace miles de años, en algún momento de la cadena evolutiva, el ser humano, o alguno de sus antecesores, dejó de percibir un sabor que, ahora se sabe, existe: el alcalino.

Lo acaba de ratificar, tras haberlo detectado ya anteriormente en otros insectos, un equipo de investigadores de la Universidad de California y del Centro Monell de Sentidos Químicos (Estados Unidos) a través de la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster).

Mediante el uso de la tecnología de edición genética CRISPR y diversos ensayos, los científicos, que publican su trabajo en Nature Metabolism, han logrado demostrar que este organismo es capaz de detectar la presencia de un pH elevado gracias a receptores que poseen en la boca y las patas.

La escala pH mide en una escala de 0 a 14 (siendo 0 el máximo y 14 el mínimo) el grado de acidez de una sustancia. Ambos extremos se deben evitar porque equivalen a elementos tóxicos. Y el 14 corresponde a las llamadas sustancias alcalinas, una propiedad que los humanos hemos dejado de detectar evolutivamente pero que las moscas, sin embargo, conservan a modo de mecanismo de supervivencia.

Para llevar a cabo su experimento, los investigadores eliminaron un gen sensorial de algunas de estas moscas y las confrontaron con otros ejemplares inalterados. Al exponerlas a glucosa con sosa cáustica (que equivale a hidróxido de sodio, la base alcalina), los organismos modificados no evitaban, a diferencia de las moscas normales, dicha sustancia.

Tras concluir sus ensayos, los científicos renombraron a ese gen, el CG12344, como gen alka, debido a su funcionalidad. Las moscas lo canalizan (al igual que el resto que les permite identificar los sabores) tanto a través del labelo de la boca, como de las patas. Es así como pueden detectar alimentos y superficies de este tipo con el fin de evitarlos.

Con sus hallazgos, los autores esperan «sentar las bases para futuras investigaciones sobre la sensación gustativa alcalina en otros animales». Por lo pronto, la de ahora suma a los cinco sabores ya conocidos –dulce, ácido, amargo, salado y umami– uno más. Que no es poco.