Fundado en 1910
El inventor español Avelino Corma

El químico español Avelino CormaLuis Cerdeira (OEP)

Entrevista

Avelino Corma, Premio al Mejor Inventor Europeo 2023: «Mi sueño es que logremos controlar la fusión nuclear»

El científico y fundador del Instituto de Tecnología Química repasa su carrera en conversación con El Debate

Avelino Corma (Moncófar, Castellón, 1951) recibirá el próximo 4 de julio en Valencia el Premio al Inventor Europeo 2023 a Toda la Trayectoria Profesional, un reconocimiento que sumará a la larga lista de galardones que lleva recibiendo anualmente desde los años 90, incluido el Príncipe de Asturias en 2014. Químico de profesión, Corma fundó y fue director durante 20 años del Instituto de Tecnología Química, una labor que ha compaginado con su investigación en el ámbito de los catalizadores para contribuir a la descarbonización. Autor de más de 1.400 artículos de investigación y de 200 patentes, su nombre ha sonado incluso para el Nobel de Química, aunque él se resta importancia: «Hay muchos investigadores excelentes que también son candidatos».

–¿De donde nace su gran interés por lograr la descarbonización?

–Es algo que se ha ido gestando durante años. Aunque inicialmente una parte importante de mi trabajo eran los derivados del petróleo y las transformaciones en el campo de los productos petrolíferos, estaba claro que con el ritmo de consumo que teníamos de hidrocarburos fósiles no solamente íbamos a llegar a un tope desde el que comenzarían a decaer las reservas, sino que también con las cantidades de CO2 que se emitían y cómo iban subiendo esto iba a ser insostenible.

Ahí ya empezamos hace casi 30 años a desarrollar los primeros trabajos en utilizar baterías renovables, en este caso biomasa, para producir combustibles. Y hace unos 15 o 16 años, una de nuestras patentes se licenció a una empresa americana que llegó a montar una planta de demostración para convertir residuos de biomasa. No había entonces ninguna ley que incentivara el no uso de los combustibles fósiles y tuvo que cerrar. Eso mismo en estos momentos es súper pujante y se están montando muchas plantas de este tipo: de conversión, de biomasa…

–Ha registrado casi 200 patentes, de las cuáles unas 50 se han licenciado comercialmente por parte de empresas. ¿Cuáles son?

–Hay una gran variedad. Yo trabajo en catálisis heterogénea y en el 95 % de los procesos químicos se utilizan catalizadores, por lo que hay una gran cantidad de industrias que pueden usarlos. Está funcionando industrialmente, por ejemplo, un catalizador que desarrollamos aquí por parte de una empresa europea para la eliminación de óxido de nitrógeno en vehículos móviles. Otra es una patente que licenciamos a una empresa que fabrica óxido de propileno, un producto químico ampliamente utilizado en cientos de miles de toneladas que se utiliza entre otras cosas para fabricar poliuretanos. Otro es un catalizador para eliminar los contaminantes del gas natural y bajarlos a partes por billón.

Esto es muy relevante, porque ahora mismo y durante años a venir la mayor parte del hidrógeno que se utiliza proviene del gas natural. Los catalizadores del reformado de gas natural son tremendamente caros porque son metales nobles. Pequeñas trazas del azufre los envenenaban, con lo cual su rendimiento era más bajo de lo deseado o se tenía que reemplazar más frecuentemente. Ahí desarrollamos un catalizador que pretrataba ese gas natural, y en estos momentos hay más de 50 plantas en el mundo que utilizan nuestro catalizador.

Otras son parafinas lineales, que si tú quieres variar sus propiedades puedes hacerlo si las isomerizas o ramificas. Ahí desarrollamos un catalizador conjuntamente con la empresa Cepsa y en estos momentos hay 22 plantas en todo el mundo que lo utilizan.

La investigación en España ha cambiado muchísimo; hay grupos muy buenos y competitivos en todas las disciplinas

–¿Cuál considera que ha sido su mayor logro como inventor?

–Todas son interesantes; la que he comentado con Cepsa fue la primera. Fue hace unos 40 años, yo tendría unos 34, éramos un grupito muy pequeño y aquello fue un hito.

–¿Cómo ha cambiado la investigación en España en estos 40 años?

–Muchísimo. En estos momentos hay grupos muy buenos y competitivos en todas las disciplinas.

–¿Y hay potencial en el sector de los inventores?

–Yo no me considero un inventor. Creo que lo que hacemos, y ese es el principio fundacional con el que empezamos en el Instituto de Tecnología Química, era hacer ciencia de excelencia, pero también que esta ciencia y este conocimiento que desarrollábamos fuéramos capaces de transferirlo al sector productivo. Y nos ha ido bien, porque como científicos, que es lo que somos, hemos sacado cosas interesantes, hemos publicado nuestros resultados en las mejores revistas del mundo y efectivamente hemos cubierto esa parte de excelencia investigadora. Y después con la parte de patentes, sobre todo de patentes licenciadas, y la aplicación industrial hemos cubierto el otro área, que es el de transferencia.

–¿Tiene un gran sueño que le gustaría ver hecho realidad en su tiempo de vida?

–Yo sigo esperando desayunar un día con la noticia de que hemos controlado la fusión nuclear y de que por fin somos capaces de utilizarla de una manera aplicable y práctica. Es algo que cambiaría el mundo.

–No es algo, eso sí, que se espere a corto plazo.

–No, efectivamente. Se van consiguiendo avances pero estamos todavía lejos de conseguir una aplicación real.

–Una de sus más recientes investigaciones tiene que ver con la inteligencia artificial (IA). ¿Cómo percibe los cambios vertiginosos que se han producido en ese ámbito en los últimos meses?

–Desde el punto de vista de la utilización de la IA en nuestras investigaciones los veo positivos en el sentido de que nos pueden ayudar, no solo en mi campo sino en todos los demás. Soy consciente de los problemas que puede haber, y por eso la sociedad tendrá que buscar leyes que controlen los posibles efectos negativos. Pero en nuestros campo ha sido, y va a ser todavía más, de gran ayuda.

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