Identifican el origen de un extraño sonido captado en el espacio
El astrofísico Avi Loeb se vio sorprendido por una emisión captada el pasado 20 de octubre por su red de micrófonos
El pasado 20 de octubre, la red de micrófonos del observatorio del Proyecto Galileo, dirigido por el célebre astrofísico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, detectó un extraño sonido al que en un primer momento no se le consiguió relacionar con ningún fenómeno conocido.
El sistema omnidireccional de monitoreo acústico (AMOS) del Proyecto, formado por un conjunto de micrófonos pasivos multibanda, tiene la función de complementar a los telescopios en su monitorización del firmamento en busca de objetos anómalos. Abarca todo el espectro de frecuencias: las infrasónicas, las audibles por el oído humano y las ultrasónicas.
El sonido, explica Loeb en un artículo de su blog en Medium, se registró casi al mismo tiempo en puntos muy distantes entre sí, lo que indicaba que el origen era muy lejano. ¿Sería un fenómeno anómalo no identificado?, se preguntó el astrofísico.
Para responder a esta pregunta, estudió al detalle las características de la onda. Por ejemplo, su corta duración revelaba una fuente de energía impulsiva, es decir, una liberación intensa procedente de un volumen pequeño, el cual habría enviado una onda expansiva a través de la atmósfera terrestre. La fuerza de la onda, cabe recordar, depende tanto de la energía liberada como de la distancia a la que se produjo esa liberación.
Tras calcular la velocidad a la que llegó la señal (340 metros por segundo, la velocidad del sonido) y multiplicarla por la duración del pulso, Loeb determinó el ancho de capa para la onda expansiva, que sería de 4 kilómetros. Esto le permitió inferir la distancia a la que se habría originado, de unos 40 kilómetros. La perturbación de presión medida, por su parte, sugería una liberación de energía similar a 2,4 kilotones de TNT. Ambos parámetros parecían coincidir con los sonidos que producen los meteoritos.
Y así fue: el extraño sonido procedía realmente de la lluvia de meteoritos de las Oriónidas, que había alcanzado su apogeo en Massachusetts (donde se encuentra el observatorio del Proyecto Galileo) el 21 de octubre, es decir, al día siguiente de la detección. Loeb, además, calculó que el objeto que lo había emitido debía tener un metro de diámetro para producir la energía producido. Misterio resuelto.