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Cráter fotografiado en 2014 en la Península de Yamal, en SiberiaVasily Bogyavlensky/AFP

Por qué surgen cráteres de 20 metros de ancho en medio de la tundra siberiana

Una investigación sugiere las posibles causas de un fenómeno que fue detectado por primera vez en 2012

Un extraño fenómeno lleva repitiéndose en la taiga siberiana desde que fue detectado por primera vez en 2012: repentinas explosiones que pueden llegar a oírse a casi 100 kilómetros y que causan cráteres que alcanzan en ocasiones 20 metros de ancho y 50 de profundidad.

Intrigados y desconcertados por la causa, varios estudios han tratado de desentrañar el enigma. Ahora, un equipo de la Universidad de Oslo podría haber dado con el diagnóstico exacto: gas natural caliente que se filtra por las reservas subterráneas y que, unido al aumento del calor, acaba emergiendo a la superficie.

Otra vista de uno de los cráteresVasily Bogyavlensky/AFP

La hipótesis de los autores, que publican sus conclusiones –todavía no revisadas por pares– en EarthArXiv, es como sigue: el permafrost que recubren la superficie en las zonas donde se producen las explosiones retiene grandes cantidades de material orgánico que, al descongelarse, libera metano.

En las regiones donde se han descubierto los ocho cráteres detectados hasta ahora, las penínsulas de Yamal y Guida, hay abundantes reservas de gas natural que se filtra a través de algún tipo de falla geológica, acumulándose bajo la capa congelada y calentando el permafrost desde abajo.

A su vez, el aumento de las temperaturas hace lo propio por arriba, lo que propicia que el gas bajo presión se libere repentinamente, provocando de esta forma una explosión que solo puede ocurrir «si el permafrost es lo suficientemente fino y débil como para romperse», según declara a Business Insider Helge Hellenvang, profesor de geociencias ambientales en la Universidad de Oslo y autor principal del artículo.

Se necesitarán más pruebas para demostrar la acumulación del gas bajo el permafrost, pero los científicos advierten de que, en caso de confirmarse, supondría una gran cantidad de metano liberada a la atmósfera en muy poco tiempo.

«Creo que lo que tenemos que hacer es entender, ante todo, cuánto metano se escapa naturalmente de este tipo de sistemas, y luego compararlo con la cantidad de metano procedente de materia orgánica que hay dentro del permafrost», dijo Hellenvang.