¿Debe preocuparnos que se clonen monos?: «No todo lo que puede hacerse en investigación debe hacerse»
La primera copia jamás conseguida de un macaco Rhesus, anunciada esta semana, reabre la cuestión de sus implicaciones bioéticas. Julio Tudela, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, comparte su valoración con El Debate
La noticia se ha dado a conocer esta semana. Científicos de la Academia China de las Ciencias han revelado a través de un artículo en la revista Nature que, por primera vez, han logrado clonar a un mono Rhesus, uno de los macacos más comunes del mundo. Se trata de la segunda especie de primate que se consigue clonar después del macaco cangrejero. Ahora bien, ¿cuáles son sus implicaciones bioéticas? Julio Tudela, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, comparte su valoración con El Debate.
–¿Ha de preocuparnos en algún sentido esta nueva clonación? ¿Por qué?
–Toda clonación presenta una vertiente bioética conflictiva que debería tenerse en cuenta. Obtener individuos cuyo genoma es una copia idéntica de otro, obtenida artificialmente mediante un proceso de transferencia nuclear somática o clonación, constituye una alternativa que infringe el procedimiento natural por el que los seres vivos que utilizan la reproducción sexual perpetúan su especie. Mediante la reproducción sexual la naturaleza ha asegurado la variabilidad genética, haciendo que la descendencia herede el material genético de sus progenitores combinado de forma original e irrepetible. Esta variabilidad genética es la que asegura la evolución de las especies que conocemos hoy.
Por otra parte, las técnicas de clonación con fines reproductivos, como la que se ha empleado en el caso del mono Rhesus cuyo caso se publica ahora, poseen un bajo porcentaje de éxito, lo que requiere la creación de numerosos embriones y la utilización de muchas hembras gestantes, y en la mayoría de los casos el proceso fracasa debido a las anomalías genéticas que se acumulan durante la manipulación a la que se someten los embriones. En los métodos de clonación convencionales, las tasas de nacidos vivos para la mayoría de las especies de mamíferos son extremadamente bajas, oscilando entre el 1 % y el 3 %, observándose tasas ligeramente más altas para los bovinos (5 %-20 %). Ello implica enormes esfuerzos con pobres resultados y pérdida de numerosos embriones en el proceso. En 2018 se logró un nacimiento de un macaco clonado por primera vez. El mono del que ahora tenemos noticia es más próximo genéticamente a los humanos que los macacos, lo que hace temer que la clonación reproductiva pueda llevarse a término en humanos en un plazo de tiempo no excesivamente largo.
Revertir la reproducción sexual mediante el recurso a las técnicas de clonación no constituye un avance evolutivo
La obtención por manipulación de individuos humanos clonados ofrece dificultades éticas difícilmente superables, pues implica el prediseño genético del individuo y las posibilidades de instrumentalización y violación de su propia dignidad, como ser humano único e irrepetible, que de ello puedan derivarse.
–¿Están los seres humanos lo suficientemente protegidos por la legislación? ¿Cabe la posibilidad de que algún día llegue a intentarse o a producirse una clonación humana, aunque sea a nivel clandestino?
–En ninguno de los países occidentales hubiera podido desarrollarse esta investigación, pues no están permitidas las experiencias de clonación reproductiva con primates, por su proximidad genética a la especie humana. Pero debe matizarse que la clonación de seres humanos se lleva realizando desde hace más de una década, comenzando con las experiencias de Mitalipov [Shoukhrat Mitalipov, biólogo estadounidense pionero en el campo de la transferencia nuclear celular], pero no con intenciones reproductivas sino de investigación.
Las legislaciones de los países que regulan este tipo de ensayos permiten obtener embriones humanos por clonación para ser utilizados en investigación, pero deben destruirse en un momento temprano de su evolución. Estos embriones, de hasta unas 200 células, son también individuos de la especie humana, creados artificialmente para ser destruidos. Tampoco resulta sencillo justificarlo éticamente, máxime cuando la cantidad de embriones generados y destruidos es ingente, y los resultados escasos.
–¿Qué aportan a nivel de investigación las clonaciones de animales?
–La tecnología de transferencia nuclear de células somáticas (SCNT), o clonación, se ha utilizado ampliamente para la obtención con fines reproductivos de ejemplares de varias especies de mamíferos, incluidas ovejas, vacas, ratones, cerdos, cabras, conejos, perros y ahora monos. Las intenciones eran, además de utilizarlos para la investigación, obtener copias de ejemplares especialmente productivos o con determinada utilidad por sus características precisas que podrían replicarse en todos los individuos clonados.
Los investigadores del actual experimento con monos Rhesus esgrimen el argumento de la utilidad de emplear ejemplares idénticos genéticamente para ser sometidos a ensayos de investigación en los que serían eliminadas las desviaciones que provocan la variabilidad genética de los elementos de la muestra de estudio.
En humanos, la clonación terapéutica no reproductiva se está realizando con la intención de obtener de los embriones clonados células troncales –células madre– que puedan ser utilizadas en medicina regenerativa. Es decir, obtener embriones clonados de un individuo de los que se extraerían células troncales que, debidamente manipuladas, podrían contribuir a la regeneración de órganos o tejidos de ese mismo individuo, eliminando así los problemas asociados a los procesos de rechazo inmunológico asociados a los trasplantes.
Hay empresas en China que ya han expresado su intención de clonar seres humanos con fines reproductivos
–¿Cuáles cree que serán los siguientes pasos/noticias que veamos en términos de clonación?
–La aplicación clínica de terapias regenerativas que partan de células troncales obtenidas de embriones clonados está muy lejos de ser una realidad en medicina. El actual desarrollo de la investigación de terapias con células pluripotentes inducidas, conocidas como iPS, hace innecesario el costoso y poco eficaz proceso de clonación y la creación y destrucción de embriones humanos bioéticamente inaceptable que conlleva.
Existen empresas en China que ya han afirmado su intención de clonar seres humanos con fines reproductivos, y, aunque las dificultades técnicas para lograrlo son insalvables a día de hoy, el vertiginoso progreso de las técnicas de edición genética y el más profundo conocimiento del funcionamiento de nuestro genoma y los mecanismos epigenéticos de los que depende el desarrollo del embrión permite hacernos temer que la clonación reproductiva en humanos pueda ser una realidad en no mucho tiempo. El nacimiento en 2022 del primer mono Rhesus clonado, precedido de un macaco en 2018, supone la superación de dificultades técnicas hasta ahora insalvables mediante un sofisticado proceso de combinación de partes de dos embriones distintos, uno clonado y el otro no, con el que se han superado las dificultades en el desarrollo placentario que daba al traste con el desarrollo de estos embriones.
No todo lo que puede hacerse en investigación debe hacerse. Revertir la reproducción sexual mediante el recurso a las técnicas de clonación no constituye un avance evolutivo, sino una regresión. Los científicos utilitaristas para los que el fin justifica los medios obvian con frecuencia que algunos fines presentados como avances científicos no lo son en realidad, sino más bien retrocesos. Un análisis riguroso de las consecuencias de estos experimentos, su utilidad y sus riesgos, debe inspirar la necesaria regulación de estas prácticas de investigación, en defensa de nuestra especie, nuestro ecosistema y nuestra dignidad como personas.