Fundado en 1910

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Qué es Neuralink, la empresa de Elon Musk que ha implantado su primer chip cerebral en un humano

Fundada en 2016, su meta es que las personas controlen los ordenadores y máquinas mediante señales cerebrales

La idea de Neuralink, la empresa que acaba de implantar su primer chip cerebral en un humano, se le ocurrió a su creador y propietario, Elon Musk, durante un viaje en coche en 2016. Mientras escribía frenéticamente con los pulgares en el teclado de su iPhone, tuvo uno de los arrebatos de impaciencia con los que a menudo presiona a sus trabajadores para acelerar sus proyectos. Estaba molesto por el tiempo que tardaba en fluir la información de su cerebro a la pantalla. «Imagina si pudieras pensar en la propia máquina, como una conexión de alta velocidad directamente entre tu mente y tu máquina. ¿Puedes conseguirme a un neurocientífico que me ayude a comprender la interfaz cerebro-ordenador?», le dijo a su acompañante, Sam Teller, uno de sus empleados de máxima confianza.

A través de un chip insertado en el cráneo, pensó Musk, el cerebro humano podría mandar señales a un ordenador y recibir, a su vez, otras de vuelta. Eso permitiría que la información fluyera un millón de veces más rápido que los cien bits por segundo a los que discurría un mensaje llevado de la mente de una persona que tecleara con soltura a la pantalla de su teléfono.

Inspirado, como otros de los proyectos que ha impulsado, por las novelas de ciencia ficción que ha leído a lo largo de su vida, el primer objetivo que se propuso consistió en un implante que ayudase a personas con enfermedades neurológicas, como pacientes de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), a interactuar con las computadoras. De esa forma, además de mejorar sus vidas, lograría rentabilizar la empresa hasta alcanzar su meta final. Lo mismo haría posteriormente con SpaceX, su empresa de cohetes: para financiar su sueño de colonizar Marte (su gran obsesión), lleva desde 2019 ofreciendo sus servicios de internet a los lugares más remotos a través de su constelación de satélites Starlink.

«Si somos capaces de encontrar buenos usos comerciales para financiar Neuralink, en unas pocas décadas llegaremos a nuestro objetivo final de protegernos contra la mala IA acoplando estrechamente el mundo humano a nuestra maquinaria digital», le contó al periodista Walter Isaacson, autor de su biografía oficial, publicada el pasado septiembre. Los peligros de una IA fuera del control humano es otro de los temores existenciales de Musk. Y la serie de novelas Cultura, del escritor Iain Banks, describía un dispositivo llamado «lazo neural» que, dice el empresario, podría ayudar a las personas a protegerse contra la IA en caso de hacerse realidad.

El implante que imaginó Musk, recoge el libro de Isaacson, estaría basado en el Utah Array, un microchip dotado de cien agujas que pueden insertarse en el cerebro desarrollado en la Universidad de Utah en 1992. Cada una de las agujas detectaba la actividad de una sola neurona y enviaba los datos por cable a una caja acoplada al cráneo. El problema, sin embargo, estriba en que el cerebro tiene 86.000 millones de neuronas, lo que evidencia lo complicado de lograr una interfaz humano-máquina. Para conseguirlo, planteó en un artículo científico publicado en 2019, Neuralink debería convertir el Utah Array en «una plataforma integrada con miles de canales».

Acusaciones

Tras algunos ajustes y directrices dadas por Musk a sus empleados sobre el tamaño y las características que debería tener el chip para ser eficiente y ajustarse a las leyes de la física, la empresa comenzó los ensayos en animales, una de las polémicas más sonadas a las que se ha enfrentado la compañía en sus ocho años de existencia.

A los pocos meses de su fundación, Neuralink comenzó a probar sus implantes en cerdos y monos. Y, con los experimentos, llegaron también las críticas. El Comité de Médicos por una Medicina Responsables (PCRM), una organización animalista, denunció que varios de los chimpancés habían sido maltratados mediante «angustia psicológica, sufrimiento extremo e infecciones crónicas» a cuenta de las cirugías. Al menos 15 de los animales, estimaron, murieron o fueron sacrificados como consecuencia de los experimentos; y, según el PCRM, la Universidad de California en Davis (UC Davis), con la que Neuralink tenía un acuerdo de colaboración para obtener los animales, ocultó vídeos y fotos del maltrato. Todo ello propició la apertura de una investigación por el Departamento de Agricultura de EE.UU. por posibles vulneraciones del bienestar animal, la cual concluyó sin pruebas.

Uno de los momentos que más asombro generaron tuvo lugar en 2021, cuando Pager, un macaco de nueve años, fue grabado jugando al videojuego Pong gracias a un chip implantado en el cerebro. El vídeo se hizo viral, y acumula a día de hoy con 6,5 millones de visualizaciones.

En paralelo, Musk y su empresa (una de las seis que posee y, en mayor o menor medida, dirige) se han enfrentado a críticas de neurocientíficos e investigadores por falta de innovación en los avances presentados, las cuales han vuelto a repetirse con el anuncio.

Ensayos

Neuralink, que en mayo de 2023 recibió luz verde de las autoridades para iniciar ensayos clínicos en humanos, abrió en septiembre una convocatoria de inscripción de voluntarios para implantarse sus chips. Ahora, Musk ha anunciado que el primero de los pacientes mantiene un pronóstico positivo tras haberse sometido a la operación. «El primer ser humano recibió un implante de Neuralink ayer y se está recuperando bien. Los resultados iniciales muestran una prometedora detección de picos neuronales», tuiteó, revelando además que el implante ha recibido el nombre comercial de 'Telepathy'.

A falta de conocer más detalles, está previsto que a lo largo de este año tengan lugar el resto de operaciones quirúrgicas. «Imaginen si Stephen Hawking hubiera podido comunicarse más rápido que un veloz mecanógrafo o un subastador. Ese es el objetivo», expuso el empresario sudafricano en otro tuit.