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La Luna se está encogiendo, y eso es un problema

El surgimiento de lunamotos puede poner en peligro las futuras misiones tripuladas al satélite

Un estudio realizado por la Universidad de Maryland y publicado en la revista The Planetary Science Journal ha descubierto algo que las agencias espaciales deberán tener en cuenta a la hora de planear sus futuras misiones a la Luna: lentamente, milenio tras milenio, nuestro satélite está encogiendo su tamaño, y ya ha perdido más de 50 metros de circunferencia en los últimos cientos de millones de años.

La razón es que su núcleo se ha enfriado, lo cual se ha debido tanto a la convección como a la emisión de radiación hacia el espacio. Pero no es tanto la reducción volumétrica del satélite lo que preocupa a la NASA como una de sus consecuencias derivadas: el surgimiento de lunamotos, terremotos lunares.

La agencia estadounidense y sus socios tienen previsto regresar a la superficie lunar, como pronto, en 2026. El área geográfica escogida es el polo sur del satélite, que es el lugar que más interés despierta por su riqueza en agua y otros recursos. Sin embargo, la posibilidad de que estos terremotos puedan suponer una amenaza para los astronautas y sus bases es algo que la agencia debe estudiar a fondo para evitar posibles riesgos y complicaciones.

Y es que, según el modelo de tectónica y sismicidad que ha realizado el equipo de la Universidad de Maryland en el polo sur del satélite, estos temblores pueden ocurrir tanto alrededor como dentro de las zonas candidatas para llevar a cabo el primer alunizaje en medio siglo.

«Nuestro modelo sugiere posibles lunamotos superficiales capaces de producir fuertes sacudidas en la región del polo sur a partir de eventos de deslizamiento en fallas existentes o la formación de nuevas fallas de empuje», escribe el autor principal del estudio, Thomas R. Watters, científico senior emérito del Centro para Estudios de la Tierra y Planetarias del Museo Nacional del Aire y el Espacio.

Estas sacudidas, a diferencia de los terremotos terrestres, pueden prolongarse durante horas

En ese sentido, los autores relacionan un grupo de fallas de la región sur con uno de los terremotos lunares más potentes registrados por los sismómetros del programa Apolo hace más de 50 años.

«La distribución global de las nuevas fallas de empuje, su potencial para estar activas y la posibilidad de formar nuevas fallas de empuje a partir de la contracción global en curso deben tenerse en cuenta al planificar la ubicación y estabilidad de los puestos permanentes en la Luna», añade Watters.

Estas sacudidas, a diferencia de los terremotos terrestres, pueden prolongarse durante horas.

Para ilustrar la situación, los autores explican que, al igual que una uva, la Luna se arruga al encogerse. Sin embargo, a diferencia de la piel flexible de la uva, la superficie lunar es quebradiza, lo que provoca la formación de fallas en las secciones de la corteza que se empujan unas contra otras y da lugar, en consecuencia, a los lunamotos.

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