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Tormenta en una zona ruralPxHere

Cuando en la Tierra llovió sin parar durante dos millones de años

Una serie de erupciones volcánicas continuadas activaron el llamado Evento pluvial del Carniense, que cambió el mundo para siempre

Con la falta de lluvias haciendo mella en territorios de diversas partes del mundo, resulta cuando menos interesante recordar la multitud de episodios climáticos que ha atravesado la Tierra a lo largo de sus 4.500 millones de años.

¿Alguien se imagina, por ejemplo, una lluvia prácticamente continuada permeando nuestro planeta durante unos dos millones de años? Pues ocurrió. Y fue, de hecho, lo que dio inicio al reinado de los dinosaurios y al surgimiento y desaparición de muchas otras especies.

Los científicos lo llaman Evento pluvial del Carniense y se cree que su origen estuvo en una serie de erupciones volcánicas sucesivas en el terreno de Wrangellia, entre el centro-sur de la actual Alaska y las costas de la Columbia Británica, en Canadá.

Durante nada menos que cinco millones de años, la actividad volcánica en esa región generó tal cantidad de ceniza y CO₂ que se produjo un efecto invernadero que devino en un aumento de la temperatura global de entre 3 y 10 °C. Este incremento, en consecuencia, intensificó la evaporación de las aguas y formó nubes continuadas que liberaron gran cantidad de agua durante entre uno y dos millones de años, lo que tuvo un gran impacto en el ecosistema global.

El mundo de hace 232 millones de años

El Evento pluvial del Carniense tuvo lugar hace 232 millones de años, durante el Triásico. En aquella época, en la Tierra solo había un único supercontinente, Pangea. El mundo era un lugar seco y árido, dominado por reptiles carnívoros como los crurotarsos, herbívoros como los rincosaurios y animales parecidos a los mamíferos llamados dicinodontes; todos ellos adaptados al clima nada húmedo.

Ilustración de un crurotarsoNobu Tamura

Ilustración de un dicinodonteNobu Tamura

Recreación de un rincosaurioWikimedia Commons

En paralelo, junto a ellos también habitaban los dinosaurios, aunque todavía conformaban un grupo pequeño y no dominante dentro del reino animal.

Lo que ocurrió cuando comenzó a llover tanto fue que Pangea pasó de ser un lugar seco a otro húmedo y frondoso. Y, con ello, la vegetación comenzó a desarrollarse y a proliferar. Surgieron coníferas y otros grandes árboles que los rincosaurios y dicinodontes no eran capaces de alcanzar o digerir, ya fuera por su falta de habilidad o por un sistema digestivo pensado para otro tipo de alimentos y plantas. En consecuencia, comenzaron a desaparecer, lo que por extensión también afectó a los crurotarsos, que se quedaron sin buena parte de su sustento.

Por el contrario, los dinosaurios, con su mayor tamaño y aptitudes, se convirtieron en los nuevos reyes del planeta. En el registro fósil encontrado al comienzo de ese evento, los dinosaurios representan el 5 % de los vertebrados; al final del mismo, el 90 %.

Descubrimiento

El descubrimiento del Evento pluvial del Carniense se produjo en la década de 1990, cuando dos geólogos británicos, Michael J. Simms y Alastair H. Ruffell, encontraron en Reino Unido rocas que no coincidían con el clima seco del Triásico y eran indicativo de lluvias masivas durante un periodo de unos dos millones de años. Con el tiempo, las mismas señales fueron emergiendo también en muchos otros lugares del mundo.

El Evento terminó cuando la vegetación surgida y las rocas erosionadas absorbieron mucho de ese CO₂, lo que unido al fin de las erupciones estabilizaron el ciclo y terminaron por devolver al mundo a su clima seco previo. Esta dinámica climática no volvió a alterarse hasta que Pangea se separó 30 millones de años más tarde. Aun así, aquellas lluvias cambiaron el aspecto del mundo para siempre.