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Una rana del género OdorranaAnimalia

El animal que parpadea para comunicar que quiere aparearse

Investigadores descubren que las hembras de un tipo de rana emiten esta señal cuando escogen a un macho

El parpadeo es un proceso involuntario que realizan los animales para mantener sus ojos lubricados, limpios, nutridos y protegidos. Aparte de su función fisiológica, se sabe que algunos, como los humanos, ciertos primates o los gatos domésticos, también pestañean para comunicarse (en el caso de los felinos, un parpadeo lento transmite complicidad y confianza hacia su dueño). Parece ser que no son los únicos.

Un grupo de investigadores ha descubierto que las hembras de una especie de rana llamada Odorrona tormota, que habita en las orillas de arroyos de las provincias chinas Anhui y Zheijang, parpadea a los machos para indicarle su disposición al apareamiento. El artículo que resume los resultados se publica en la revista Current Biology.

El proceso se desarrolla de la siguiente manera: los machos croan en rango ultrasónico para comunicar su intención de aparearse y, a su vez, defender su territorio de otros competidores. A su vez, las hembras también emiten señales ultrasónicas en respuesta, con lo que informan a sus potenciales parejas de que pronto comenzarán a poner huevos.

Esta llamada atrae hacia la hembra a un gran número de machos, lo que sugirió a los investigadores –dirigidos por Fang Zhang, de la Universidad Normal de Anhui– que a partir de ese momento debía de producirse algún tipo de señal para comunicarle su elección al ejemplar finalmente escogido para el apareamiento. Tras ello, el macho ‘contesta’ con una serie de sonidos bruscos y se coloca encima de su pareja para fertilizar los huevos que ella ha puesto.

Así, el equipo observó en primer lugar que, durante la temporada de reproducción, las hembras ocupan un lugar visible y destacado cerca del arroyo y, desde ahí, emiten sus llamadas mientras cambian la posición de su cuerpo en función de las respuestas de los machos. En tres casos distintos, los investigadores constataron que la hembra miró al macho elegido y le parpadeó a un ritmo de 4,02 veces por minuto cuando, en condiciones normales, el número de pestañeos es de 0,33 por minuto.

Pruebas

En cualquier caso, los investigadores quisieron corroborar los resultados mediante la realización de una serie de experimentos en laboratorio.

A tales efectos, comenzaron por observar a 72 grupos de ranas, cada uno compuesto por una hembra y dos machos. En los 30 grupos donde hubo amplexo –un tipo de apareamiento propio de ciertos anfibios–, el 73,3 % de las hembras parpadearon al menos un ojo. Por el contrario, en los 42 grupos restantes donde no lo hubo, solo el 33,3 % hizo la señal correspondiente. Al mismo tiempo, las hembras que lograron aparearse en el segundo intento parpadearon con más frecuencia que en el primero.

No fue la única prueba que confirmó sus sospechas. Tras el primer experimento, los investigadores expusieron a 25 machos a dos pantallas en las que se mostraban vídeos de dos hembras, pero solo una parpadeaba. De ellos, 13 prefirieron a la hembra que parpadeaba y saltaron en su dirección, mientras que solo uno optó por la que no lo hacía. Otros cuatro se mostraron interesados en ambas y siete no eligieron a ninguna.