Dennis Hope, el 'visionario' que ganó millones vendiendo parcelas de Marte y la Luna
Si hace unos días rescatábamos la historia de Jenaro Gajardo, el abogado chileno que se autoproclamó «dueño» de la Luna durante casi medio siglo tras registrarla a su nombre ante notario, no podría hacerse de menos a otro ‘visionario’ que no solo hizo también lo mismo por otros cauces, sino que fue incluso más allá al ocurrírsele una idea todavía más estrafalaria: venderla en parcelas.
Dennis M. Hope, nacido en EE.UU. en 1946, tenía 34 años cuando en 1980, en pleno proceso de divorcio y con la cuenta en números rojos tras más de un año en paro, una especie de instinto de supervivencia le hizo ver la luz. «Pensé que quizá podría hacer algo de pasta si tuviera alguna propiedad. Vi la Luna por la ventana y me di cuenta de que ahí había muchísimas propiedades», contó, en una entrevista a la revista Vice, hace una década.
Aunque trece años antes, en 1967, se había firmado el Tratado del Espacio Exterior con el fin de evitar que ningún país se apropiara de ella, Hope apreció un vacío legal: leyó el artículo 2, que indica textualmente que «el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera», y concluyó que aquello iba de países, pero no se hacía ninguna referencia a individuos. Tenía, por tanto, vía libre para reclamar su titularidad como «tierra de nadie»
Según su versión, a diferencia de Jenaro Gajardo, Hope cursó su solicitud de propiedad a través de la ONU. Concretamente, asegura, precisó que su intención era «subdividir y vender propiedades a quien las quisiera». Y tampoco se contentó solo con la Luna, sino que incluyó también a los otros siete planetas del sistema solar y sus satélites.
Desde entonces, y no precisamente exento de controversia, la idea de este «empresario sideral» fue creciendo hasta derivar en todo un entramado que le ha granjeado millones de dólares, según asegura.
Clientela «global»
Hope dejó su trabajo en 1995 para dedicarse a tiempo completo a su empresa, Lunar Embassy, con la que estableció tarifas de 20 dólares el acre (medida equivalente a cuatro metros cuadrados) sin derechos minerales y 25 con ellos, impuestos incluidos.
No le ha ido mal: hace una década, su fortuna gracias a este negocio ascendía a 11 millones de dólares, con unos –siempre según su versión– seis millones de clientes de 193 países (todos los que forman parte de la ONU), incluyendo 1.800 empresas. «Hemos vendido 611 millones de acres de tierra de la Luna, 325 millones de acres en Marte, y entre Venus, Io [luna de Júpiter] y Mercurio, unos 125 millones de acres», decía en 2013.
El rango de edad de los «propietarios», detallaba, iba de un recién nacido en Alemania a un casi centenario de 97 años. Actores y cineastas como Tom Cruise, Tom Hanks y George Lucas, expresidentes como George W. Bush, empresas y cadenas hoteleras como Hilton y Marriot se contaban entre sus clientes. De esos seis millones de clientes, aseguraba, «solo seis me han pedido que les devuelva su dinero en los 32 años que llevo haciendo esto».
Solo seis personas me han pedido que les devuelva su dinero en los 32 años que llevo haciendo estoEmpresario y «propietario» de la Luna
Entre estas cifras mareantes y sospechosamente hiperbólicas, Hope ha ido sustentando jurídicamente su negocio: a lo largo de la década de los 2000, con cerca de tres millones de propietarios, creó una nación llamada «Gobierno Galáctico» con su propia Constitución, divisa, bandera, relaciones diplomáticas establecidas con 30 gobiernos y otras instituciones. Tras la compra, cada propietario recibe un certificado con relieve dorado y una autorización para votar en hipotéticos futuros comicios.
Hope se considera el propietario legítimo de la Luna y el resto del sistema solar porque su solicitud a la ONU nunca fue rechazada. Por ello, ha puesto en manos de las autoridades toda carta o correo electrónico insultante o amenazante que le ha llegado. «Me llaman estafador y charlatán, y que nadie puede ser dueño de la Luna. Simplemente los entrego al FBI y dejo que se ocupen de ellos». También admitía que había sido llevado a los tribunales en Suecia y Alemania por fraude, aunque «ambos casos fueron desestimados por falta de jurisdicción».