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Tiburón martillo comúnAnimalia

¿Son peligrosos los tiburones por los que llegaron a cerrarse varias playas en Gran Canaria?

Un divulgador científico marino explica en un vídeo las características de la posible especie avistada

La presencia de uno o varios tiburones –la Policía cree que fueron tres ejemplares distintos– en las playas de Melenara y Salinetas, en Telde; y de San Agustín, en Maspalomas, todas ellas en Gran Canaria; sembraron el pánico este fin de semana entre los bañistas. Tras el aviso, las autoridades cerraron los arenales y los reabrieron tras comprobar que el peligro se había desvanecido. Varios vídeos registraron los avistamientos, uno de los cuales muestra al animal nadando a gran velocidad cerca de la orilla. Los servicios de salvamento mantienen un dispositivo de vigilancia para monitorizar a los escualos, y aunque no se ha podido determinar aún qué tipo de tiburones eran, hay algunos indicios.

Según ha explicado el divulgador científico marino Juan Carlos García en una publicación en Instagram, es posible –«aunque no puedo asegurarlo»– que al menos uno de los ejemplares avistados fuese un tiburón martillo, «una especie presente en las aguas de Canarias», y el motivo por el que se acercase a la costa fuese que se encontraba cazando.

«Estos tiburones –prosigue– persiguen a rayas o peces que se pueden ir a zonas menos profundas, y es por eso que los siguen hasta acorralarlos y capturarlos».

En concreto, la razón que explicaría la presencia del escualo serían las piscifactorías que hay mar adentro en el sudeste de Gran Canaria. Allí, dice, «se tira mucho alimento», lo que asegura que atrae a numerosos depredadores. Pese a todo, subraya, el peligro de un ataque a bañistas es «prácticamente nulo», ya que, apunta, el tiburón «caza peces, no humanos».

Aunque, como es lógico, esto puede resultar prácticamente imposible dado el extendido temor que hay hacia estos animales, sean del tipo que sean, García recomienda, en caso de vivir una situación así, «mantener una distancia de seguridad, observarlo y disfrutar, porque es una magia y una suerte que podamos tener estas especies en nuestras costas».

En los últimos años, muy posiblemente debido a la proliferación de teléfonos móviles con cámara, los avistamientos de tiburones en España y otras partes del mundo han incrementado, con el consiguiente pavor y alarma, que, según los expertos, carece en ocasiones de fundamento al tratarse –al menos en el caso español– de especies inofensivas para las personas.

En este sentido, José Carlos Báez, biólogo marino del Instituto Español de Oceanografía, explicaba a El Debate el pasado verano que las especies mayoritarias que se avistan en aguas españolas son la tintorera –«una especie pequeña, incapaz por tanto de atacar a una persona, y que no se acerca a la costa a no ser que estén enfermos»– y el tiburón peregrino –que «no tiene dientes, nada muy lento y es torpe»–.

Báez, que no descartaba una eventual llegada de otras especies, enfatizaba que muchas de las variedades, algunas de ellas peligrosas, que antaño frecuentaban nuestras aguas han desaparecido o han mermado sustancialmente a consecuencia de la pesca.

Por otro lado, un informe del Archivo Internacional de Ataques de Tiburones, organización que lleva un recuento de las agresiones, mortales o no, de escualos a humanos, notificó un aumento de ataques no provocados en 2023 en todo el mundo respecto a 2022 (69 el año pasado frente a 63 el anterior). A su vez, también se contabilizaban diez muertes, el doble que el ejercicio previo y el máximo en 12 años. La mayor parte de esos ataques se produjeron en Australia, EE.UU. y Sudáfrica, los tres países en los que tradicionalmente se ha producido siempre un alto porcentaje de estas agresiones.