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Las etapas de cohetes chinos que caen a tierra suelen dejar una característica estela de humo amarillo tóxico

Las etapas de cohetes chinos que caen a tierra suelen dejar una característica estela de humo amarillo tóxicoEl Debate

La desmedida ambición espacial de China: de hacer historia en la Luna a dejar caer escombros sobre aldeas

Días antes de que una sonda regresara con las primeras muestras de la cara oculta del satélite, la caída de la etapa de un cohete en un monte volvió a sembrar el pánico en una población cercana

La ambición de China por ganar la nueva carrera espacial que disputa con EE.UU. y sus socios es palmaria e innegable. Este martes, el gigante asiático escribió una nueva página en la historia de la conquista del espacio al traer por primera vez muestras de la cara oculta de la Luna, un hito que podría ayudar a arrojar luz sobre el pasado de nuestro satélite y del sistema solar.

Es el último éxito de una pugna en la que China parece tomar poco a poco la delantera. En apenas una década, el país ha sido capaz de construir su propia estación espacial, de adentrarse en la cara oculta de la Luna y de traer muestras del satélite por primera vez en medio siglo. No son pocos los que no descartan que, igualmente, sea también capaz de adelantarse a la NASA en cuanto al retorno de fragmentos del suelo marciano o, incluso, en lo que respecta a poner astronautas y bases espaciales en la Luna y Marte.

Los medios para ganar esta carrera, sin embargo, dejan en ocasiones daños colaterales en su camino, generalmente en forma de escombros o desechos de cohetes que caen cerca de lugares poblados, liberando gases altamente tóxicos que pueden dañar gravemente la salud de los vecinos.

Ocurrió el pasado diciembre, pero no era la primera vez, ni tampoco la última: este sábado, a solo tres días de que la sonda Chang’e 6 llegara a la Tierra con su tesoro lunar, la Administración Espacial Nacional China (CNSA) lanzó desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang –en la provincia interior de Sichuan– un cohete cuyos restos cayeron cerca de una aldea, lo que sembró el pánico entre los lugareños, a tenor de las imágenes grabadas por los testigos y difundidas en internet.

El lanzador, un cohete CZ-2C de la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC), puso en órbita un satélite franco-chino de nombre SVOM, dedicado a la detección de estallidos de rayos gamma. Se trata, de hecho, del mayor observatorio del mundo dedicado a esta función, otro reflejo más de la desmedida voluntad del Gobierno chino por convertir al país en la mayor potencia espacial del mundo.

Según informaron medios locales, la separación de la primera etapa del cohete de la segunda dio lugar, a los pocos minutos del lanzamiento, a la caída libre del objeto, que terminó impactando en un monte cercano a la propia plataforma de lanzamiento mientras liberaba una estela de humo amarillo. Al igual que en otras ocasiones, el gas en cuestión era una mezcla de tetróxido de nitrógeno (N₂O₄), un oxidante altamente tóxico y corrosivo, y dimetilhidrazina asimétrica (UDMH), clasificado como un carcinógeno y capaz de causar graves daños a nivel organológico.

La razón por la que se producen con relativa frecuencia estos episodios es una combinación de la regulación laxa de China –que, a diferencia de otros países, permite que las etapas y propulsores de cohetes caigan sobre zonas pobladas– y la ubicación de muchas de sus bases espaciales en el interior continental. Dicha localización tiene su origen en la Guerra Fría, cuando China optó por emplazar los sitios de lanzamiento en el interior del país con el fin de protegerlos ante posibles ataques. En consecuencia, muchos restos de los cohetes suelen caer sobre tierra y no sobre agua, como sí ocurre, por el contrario, en EE.UU. y en Europa.

Para evitarlo, China estudia el uso de tecnología que desvíe los desechos de zonas pobladas o amortigüe su impacto. Hasta entonces, episodios como este seguirán ocurriendo con seguridad cada pocos meses.

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