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Imágenes de los estragos causados por turbulencias extremas en el vuelo Madrid-Montevideo de este lunes

Las turbulencias extremas podrían ser cada vez más frecuentes y obligar a cambiar algunas rutas

José Miguel Viñas, meteorólogo y físico del aire, explica a El Debate por qué se están produciendo convulsiones cada vez más intensas que afectan a los vuelos que pasan por las zonas en que se producen

Poco más de un mes después de que un vuelo de Londres a Singapur se viera sacudido por fuertes turbulencias que causaron un muerto y 30 heridos, otro episodio de convulsiones en un trayecto Madrid-Montevideo se saldó este lunes con al menos siete pasajeros con lesiones y una treintena de personas con necesidad de asistencia médica. Ambos vuelos se vieron obligados a desviarse de su destino: el primero tuvo que aterrizar de emergencia en Bangkok; el segundo, en Natal, una ciudad de Brasil.

Con tan escaso margen entre ambos incidentes, y para saber si se trata de una mera casualidad o si realmente se está produciendo un aumento global de este tipo de fenómenos, El Debate se ha puesto en contacto con José Miguel Viñas, meteorólogo y experto en física del aire de Meteored.

«Debido a las nuevas condiciones que está generando el calentamiento global, está también aumentando el contraste de temperaturas en las zonas donde se producen las corrientes en chorro, que son las que dan lugar a las fuertes turbulencias» como las que han afectado a estos aviones, dice. Dichas corrientes, detalla, tienen lugar en zonas muy determinadas de la atmósfera en las que hay un encuentro entre masas de aire muy diferentes.

«A medida que el proceso de calentamiento global sigue aumentando, va a ser cada vez más probable que en zonas donde sabemos que se forma la turbulencia de forma natural, la intensidad pueda ser mayor. Es algo que, aunque no tiene por qué pasar en un vuelo normal, empieza a observarse cada vez más, y no solo por estos últimos incidentes mediáticos que ha habido», expone.

Dónde se encuentran

Respecto a la localización de estas corrientes en chorro, el meteorólogo señala que la más frecuentada por las rutas aéreas es el chorro polar, ya que es la que atraviesa el Atlántico o el Pacífico Norte y con el que se encuentran, por ende, los vuelos que van de Europa hacia América del Norte o hacia la zona asiática. Otro más se encuentra a la altura de Canarias y va de oeste a este y, una última, en la zona ecuatorial, que es donde se produjo el incidente del Madrid-Montevideo. «En realidad, lo que hay ahí es un chorro discontinuo asociado a la zona de convergencia intertropical. Es la zona donde se generan las tormentas ecuatoriales, que luego pueden dar lugar a los ciclones tropicales y a los huracanes como el que tenemos ahora en el Caribe».

Viñas explica que los propios pilotos buscan a menudo estas corrientes en chorro, ya que gracias a ellas el avión logra un impulso que reduce el tiempo del vuelo. «Una vez entras en ella, no hay turbulencias; el problema es su entorno», ilustra.

¿Qué cabe esperar si se confirma una tendencia al alza de turbulencias cada vez más intensas? Según el experto, la Organización de Aviación Civil Internacional «tendría que tomar cartas en el asunto y emitir una normativa o indicación para minimizar el riesgo». Eso sí, el precio a pagar sería un mayor tiempo de vuelo en las rutas afectadas.