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El análisis se ha realizado en ratones que comieron palomitas 90 días seguidos

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Las palomitas de maíz son mucho más antiguas de lo que te imaginas: así se descubrieron

Eso sí: seguramente eran muy distintas a las que conocemos y comemos hoy

Conocer el origen de determinados alimentos de lo más comunes hoy en día puede resultar una empresa costosa y difícil teniendo en cuenta que la arqueología depende de restos sólidos para desentrañar y reconstruir (en la medida de lo posible) el pasado cercano –en caso de que los registros escritos respecto al asunto que se investiga sean inexistentes– y no digamos ya lejano –cuando ni siquiera se había inventado aún esta técnica–.

Tal es el caso, por ejemplo, de las palomitas de maíz. «¿Quién descubrió que podían ser un placer tostado y sabroso?», se pregunta Sean Rafferty, profesor de Antropología en la Universidad de Albany (Nueva York, EE.UU.), en un artículo publicado en el portal científico The Conversation.

«Desafortunadamente, la mayoría de los objetos que la gente utilizaba tradicionalmente y que estaban hechos de madera, materiales animales o tela se descomponen con bastante rapidez, y los arqueólogos como yo nunca los encontramos. Tenemos muchas pruebas de la existencia de materiales duros, como cerámica y herramientas de piedra, pero los materiales más blandos, como los restos de una comida, son mucho más difíciles de encontrar. A veces tenemos suerte si encontramos materiales más blandos en lugares muy secos que los conservan . Además, si los materiales se queman, pueden durar mucho tiempo», escribe.

Por suerte, en el caso de las palomitas, el maíz juega a favor de los investigadores. Los granos de las mazorcas están revestidos de una cáscara dura (a los consumidores de palomitas les resultará familiar por ser lo que se queda atrapado entre los dientes o en el fondo del bol). Cuando las antiguas comunidades humanas calentaban el maíz para hacerlo comestible, esos restos se quemaban, lo que puede servir de pista a los investigadores. Además, la planta del maíz también contiene fitolitos, es decir, fragmentos parecidos a rocas que pueden durar miles de años y que, por tanto, también resultan de utilidad para descifrar el origen.

Se sabe que los primeros en cultivar maíz fueron los nativos americanos, que comenzaron a producirlo hace unos 9.000 años a partir de una especie de planta llamada teosinte en lo que hoy es México.

Sin embargo, y aunque se han descubierto fitolitos y granos quemados de la variedad Zea mays everta –la más idónea y común para preparar palomitas de maíz– de hace 6.700 años en Perú, averiguar cuándo se empezó a hacer este aperitivo es ya más difícil.

Según Rafferty, es posible que el maíz explotado se descubriera por accidente. «Probablemente, un poco de maíz cayó en el fuego de una cocina y quien estuviera cerca se dio cuenta de que era una forma nueva y práctica de preparar la comida. El maíz reventado duraba mucho tiempo y era fácil de preparar».

Lo que hoy puede considerarse un aperitivo sabroso probablemente comenzó como una forma útil de conservar y almacenar alimentosSean RaffertyProfesor de Antropología en la Universidad de Albany (EE.UU.)

Con todo, añade, es probable también que las palomitas de entonces no se pareciesen mucho a las que conocemos y comemos hoy. «Probablemente –dice– no tenían sal y definitivamente no tenían mantequilla, ya que en América aún no había vacas para ordeñar. Probablemente no se servían calientes y eran bastante masticables en comparación con la versión a la que estamos acostumbrados hoy».

«Es imposible saber exactamente por qué o cómo se inventaron las palomitas de maíz, pero supongo que fue una forma inteligente de conservar el almidón comestible del maíz eliminando un poco de agua dentro de cada grano, ya que lo haría más susceptible a estropearse. Es el agua caliente del grano que se escapa en forma de vapor lo que hace que las palomitas de maíz exploten. El maíz explotado puede durar mucho tiempo. Lo que hoy puede considerarse un aperitivo sabroso probablemente comenzó como una forma útil de conservar y almacenar alimentos», concluye.

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