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Científicos de Países Bajos se inspiran en las aves y las abejas para hacer volar drones diminutos

Pretenden que detecten fugas de gas en fábricas rastreando el «olor» y «llamando» a otros drones para que ayuden en la búsqueda con sus sensores

Un grupo de científicos de Países Bajos ha puesto en marcha un proyecto para hacer volar drones diminutos inspirándose en las aves y las abejas, para que puedan detectar fugas de gas o llevar a cabo misiones de búsqueda y rescate.

En el llamado Swarming Lab, los investigadores de la universidad TU Delft intentan hacer volar un enjambre «autónomo» de cien drones diminutos capaces de realizar tareas las 24 horas del día.

Los drones, del peso de un huevo, aterrizan por su cuenta en cápsulas de recarga y vuelven a despegar para continuar su vuelo, sin intervención humana. «Estamos trabajando para que estos robots no solo estén atentos el uno del otro sino que también trabajen juntos para completar tareas complejas», dice Guido de Croon, director del Swarming Lab.

Las tareas incluyen detectar fugas de gas en fábricas rastreando el «olor» y «llamando» a otros drones para que ayuden en la búsqueda con sus sensores. «Los enjambres de drones también pueden servir para detectar incendios forestales o apoyar operaciones de búsqueda y rescate en áreas grandes», indica De Croon.

Los científicos se basan en estudios sobre cómo se comportan los enjambres de abejas, las colonias de hormigas o las bandadas de aves para que los «enjambres de drones» hagan lo mismo. «Cuando miramos la naturaleza vemos a muchos animales, como las hormigas, que individualmente quizás no sean tan inteligentes pero juntas sí lo son», dice De Croon.

«Queremos implantar esas mismas capacidades en los robots», añade, citando los pájaros que «miran a sus vecinos más cercanos en una bandada y dicen 'no quiero estar tan cerca' porque no quieren chocar».

Sistemas complejos

«Nos inspiramos en eso e intentamos aplicar estas reglas sencillas a los robots para las aplicaciones que queremos llevar a cabo», dice De Croon. Pero admite que hay desafíos. «Los enjambres son sistemas complejos», explica el científico durante una demostración de la tecnología en el laboratorio, situado en el Centro de Ciencias de la TU Delft. «Un robot solo puede hacer cosas simples dentro de un enjambre (...) Sin embargo es bastante difícil predecir con estas reglas sencillas cómo se comportaría un enjambre entero», apunta.

Y como los drones son diminutos, la cantidad de tecnología que pueden llevar, como sensores y capacidad computacional, es limitada. De momento, los drones del Swarming Lab aún dependen de cámaras montadas en el exterior para transmitir información al enjambre y para comunicar su ubicación dentro del colectivo.

Pero los investigadores ya están desarrollando tecnología para que los robots se detecten el uno al otro sin necesidad de ayuda externa. No serían los primeros. Los científicos de la universidad de Zhejiang, en China, lograron en 2022 hacer volar diez drones autónomos por un espeso bosque de bambú.

El Swarming Lab, que trabaja junto a una empresa emergente de exestudiantes de la TU Delft, llamada Emergent, dispone de unos 40 drones pequeños para su investigación. «La meta es poner a volar un enjambre de unos cien drones en los próximos cinco años», apunta Lennert Bult, cofundador de Emergent.

«Será realmente grandioso si nos acercamos un poco más a la sorprendente inteligencia de las criaturas diminutas, como las abejas», dice De Croon.