Entrevista
La misión del primer cordero español genéticamente modificado: «Ayudará a solucionar la infertilidad en humanos»
A principios de este año, un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (INIA-CSIC) realizó dos transferencias de embriones de cordero modificados genéticamente con el fin de estudiar los mecanismos de fecundación tanto en animales de granja como en la especie humana. El nacimiento esta semana de Teodoro, uno de ellos, servirá para comprender mejor los fallos reproductivos, explica a El Debate Pablo Bermejo-Álvarez, uno de los investigadores principales.
–¿Por qué concretamente un cordero? ¿Tiene algún tipo de ventaja respecto a otros animales para la investigación a realizar?
–Sí, creemos que en este caso es mejor modelo que el ratón, que es bueno para algunas cosas pero no tanto para otras. Tanto para estudiar fallos reproductivos del modelo humano como de su propia especie, un cordero es mejor.
–¿Ha sido un proceso costoso?
–Sí, pero no tanto porque lo tenemos bastante entrenado. La diferencia con los embriones de animales que generamos normalmente para hacer investigación es que en este caso lo que hemos hecho ha sido transferirlo a una oveja. Tienes que hacer el proceso de transferencia, que requiere sincronizar el ciclo menstrual de la oveja para que pueda recibir el embrión, y hacer la laparoscopia necesaria.
–¿Es un enfoque novedoso?
–El enfoque en sí ya lo habíamos hecho antes; y aparte de la transferencia, lo que es completamente novedoso es el gen que hemos modificado, que no podemos ahora decir cuál es.
–¿Qué es lo que esperan averiguar concretamente sobre la fecundación humana con este trabajo?
–Lo que queremos averiguar es si esta proteína es esencial para la fecundación. Es una proteína que se expresa por la parte femenina, y queremos saber si interviene en el reconocimiento del espermatozoide. Para que haya fecundación tiene que haber un reconocimiento entre el espermatozoide y el ovocito, y para ese tipo de reconocimiento actualmente se conocen unas cuantas proteínas por parte del espermatozoide, pero por parte del ovocito solo se conoce una, por lo que es interesante intentar buscar otro posible candidato.
–¿Qué tipo de problemas de fecundidad podría eso ayudar a resolver?
–Identificar un gen que interviene en la fecundación tiene dos salidas: por un lado, en el caso de mujeres infértiles, podemos hacer test genéticos para identificar si hay una mutación en ese gen. Y si la hay, hay una solución. Y por otro lado, el que tengamos una proteína que interviene en la fecundación abre una diana para la contracepción: podríamos generar vacunas, algo que lo que haga es bloquear esta proteína y por tanto también la fecundación. Esto en humanos podría emplearse, pero sobre todo en animales salvajes, para control de plagas y cosas de estas. Si se pudiese desarrollar una inmunocontracepción frente a una proteína que interviene en la fecundación, los animales se volverían infértiles.
–¿Durante cuánto tiempo se va a extender la investigación?
–Va para largo, porque tenemos que generar otros animales y porque cuando trabajas con animales de granja tardan su tiempo en llegar a la pubertad. Así que yo estimo que en torno a año y medio.