Fundado en 1910

Ilustración del exoplaneta WASP-103 b, que tiene forma de lágrima o de balón de rugbyESA

El pintoresco planeta con forma de balón de rugby que constituye la excepción a los mundos redondos

El exoplaneta WASP-103 b gira tan rápido y está tan cerca de su estrella que las fuerzas que actúan sobre él le confieren otro aspecto

La razón por la que la prácticamente todos los planetas conocidos tienen forma redonda o esférica (aunque no sean esferas perfectas) se debe a la gravedad.

Esta fuerza actúa en sentido uniforme y en todas las direcciones cuando un planeta tiene suficiente masa, de forma que logra superar el resto de fuerzas que tienden a mantener una forma irregular al empujar el material hacia el centro. Esto es lo que concede al planeta esa forma esférica.

Lo que hace que disten de ser esferas perfectas, sin embargo, es la rotación, pues –pese a la gravedad– hace que estén ligeramente achatados en los polos y abultados en el ecuador. Es decir, los planetas (entre ellos la Tierra) son, por tanto, esferoides oblatos.

Este patrón se repite a lo largo y ancho de casi todos los planetas conocidos. Pero no todos.

Una excepción la marca, por ejemplo, el exoplaneta WASP-103 b, en el que, debido a una rotación demasiado rápida y una gran cercanía a su estrella anfitriona, la gravedad resultante hace que los polos se aplanen, de forma que en vez de tener una forma redonda, el planeta se parece más a una especie de balón de rugby o de «lágrima».

«Hay un equilibrio entre la fuerza del gas, llamada equilibrio hidrostático, que quiere expandir el planeta... y la fuerza de la atracción gravitatoria», apunta Susana Barros, investigadora en el Instituto de Astrofísica y Ciencias del Espacio de Portugal, en declaraciones a Live Science.

En concreto, WASP-103 b es un gigante gaseoso del doble del tamaño de Júpiter y 1,5 veces su masa, que orbita una estrella casi el doble de grande que el Sol.

Con todo, señala, una esfera aplastada sigue siendo esférica en su mayor parte.

¿Rosquilla?

Asimismo, también se ha planteado, sin llegar nunca a observarse uno, la posibilidad de un planeta con forma toroidal o de rosquilla, lo que hipotéticamente ocurriría si éste girara con la suficiente rapidez como para que la fuerza centrífuga hacia afuera superara la fuerza gravitatoria que atrae la masa del cuerpo hacia su centro.