Un informe de la NASA advierte sobre los problemas que puede afrontar la Estación Espacial en sus últimos años
La agencia planea desorbitar y hundir en 2030 el laboratorio orbital tras tres décadas de actividad
A sus 26 años de existencia, la Estación Espacial Internacional (EEI) encara la recta final de su vida operativa.
El laboratorio orbital, que fue lanzado en 1998, será desorbitado en el año 2030, según los planes de la NASA, con la ayuda de un vehículo especial de SpaceX que lo remolcará hasta provocar su reentrada atmosférica y hará con ello que sus restos se hundan en el fondo del océano. Sin embargo, estos últimos años podrían estar marcados por diversos problemas, según pronostica un informe de la Oficina del Inspector General (OIG) de la NASA publicado el pasado 26 de septiembre.
En primer lugar, el informe alude a una fuga de aire detectada en 2019 en el módulo ruso Zvezda de la EEI que aumentó considerablemente durante los primeros meses de este año, según advirtió otro informe publicado en junio, lo que le valió la más alta calificación en cuanto a probabilidad y gravedad de riesgo. En una reunión informativa celebrada al día siguiente de la publicación del informe, la directora del programa de la EEI en la NASA, Robyn Gatens, compartió en este sentido buenas noticias, al asegurar que los trabajos de reparación habían reducido la fuga en aproximadamente un tercio. «Seguiremos trabajando con ellos [Roscosmos, la agencia espacial rusa] para comprender las fuentes de la fuga y cómo afectan el funcionamiento de la estación espacial», dijo Jim Free, administrador asociado de la NASA.
Aparte de la fuga, otro de los desafíos citados por el informe fue el de los posibles problemas en la cadena de suministro para obtener las piezas de repuesto necesarias para llevar a cabo reparaciones en la EEI. También los escollos que se presentan en el proceso de certificación de la nave Starliner de Boeing como medio de transporte a la Estación, después del fiasco ocurrido este verano durante su primer vuelo de prueba tripulado. Y otro de los desafíos, señala, está relacionado con los riesgos que supone para la estructura el aumento de desechos orbitales que podrían colisionar contra ella.
Operación desorbitación
Por último, el informe de la OIG dedica parte de su contenido al plan de desorbitación de la EEI.
En este sentido, dice que el desarrollo del vehículo que construirá SpaceX enfrenta riesgos presupuestarios y de calendario que generan dudas respecto a su finalización para finales de esta década, tal y como está planeado. Por un lado, porque aunque la hoja de ruta actual prevé el lanzamiento de ese vehículo cinco años y medio después de la adjudicación del contrato, en realidad el tiempo promedio que suele transcurrir en los acuerdos de este tipo suscritos por la NASA hasta que son ejecutados es de tres más, es decir, ocho años y medio. Para acortar ese plazo, la NASA confía en el empleo de una versión parecida a la nave espacial Dragon que fabrica la empresa de Elon Musk.
Todo ello, a la vez, puede suponer un escollo por la intención de Rusia de retirarse de la EEI en 2028, por lo que la NASA espera que las discusiones con Roscosmos sobre los planes de desorbitación se intensifiquen durante el año que viene y el siguiente. «Sin el compromiso de Rusia con el plan actual, la capacidad de llevar a cabo una desorbitación controlada no está clara», advierte el informe.