Serie documental 'G.E.O. Más allá del límite'
La película de culto con la que 'torturan' a los aspirantes al GEO
Los policías que quieren acceder al cuerpo de élite han de saber luchar contra el sueño
El policía Ayora, instructor del Grupo Especial de Operaciones (G.E.O.), no miente. Antes de darle al play, avanza a los aspirantes a entrar en la unidad de élite del Cuerpo Nacional de Policía que van a ver «una película que tiene muchos premios, bastante buena». Ciertamente, lo es. Pero para ellos será una gran tortura. Y como tal la sufren.
No les ponen pinzas en los ojos para evitar que los cierren, al igual que hacían con Alex en La naranja mecánica para que viese una dolorosa sucesión de imágenes. Aquí simplemente se les invita a no cerrar los ojos. Y les ponen la magistral Europa, obra de culto del danés Lars Von Trier. La película con la que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 1991 y con la que empezó a tener cierto eco comercial en España, en el circuito de arte y ensayo. Tenía un inicio muy hipnótico, con una cuenta atrás que susurraba el sueco Max von Sydow. La sinopsis no hace justicia a un filme estéticamente fascinante: «Tras la Segunda Guerra Mundial, Leo Kessler, un joven americano de origen alemán, se traslada a Alemania para trabajar con su tío en una compañía de ferrocarriles. Su trabajo le permitirá viajar, fascinado, por un país destruido por la guerra; pero también tendrá que enfrentarse poco a poco a los horrores de la barbarie nazi».
La tortura danesa la vemos en G.E.O. Más allá del límite, la magnífica serie documental de Amazon Prime. Los aspirantes ven la película, rodada en blanco y negro por Lars Von Trier, en una sala oscura. «Quiero que la vean con atención», pide el instructor Ayora a los aspirantes, sentados sobre el suelo de esa habitación. «Obviamente tienen prohibido dormirse», advierte después. Ganas no faltan entre los peculiares espectadores, pues la jornada ha sido agotadora. De hecho, alguno se tolera un bostezo. Tampoco pueden comentar el filme: «Máximo silencio», ruega el particular programador. Y entonces escuchamos la cuenta atrás, pero no a Max von Sydow, pues la que se pasa a los aspirantes es la versión doblada. «Ahora escuche mi voz. Mi voz le ayudará y le llevará hacia Europa (…). Cada vez que escuche mi voz entrará en un nivel más profundo, más abierto, relajado. A medida que se va concentrando en mi voz, comenzará a relajarse lentamente». El texto, ciertamente, tampoco ayuda a despejarse.
Están sin reloj. No saben cuánto va a durar. Nosotros lo sabemos: 114 minutos. Uno tras otro, caen como una espada de Damocles sobre sus pestañas. Acaba el pase y uno de los aspirantes ejerce de Carlos Pumares: «La película es un tostón importantísimo. Hubo momentos en los que pensé que me desmayaba, No hay una risa, no hay una broma, no hay nada», lamenta.
Pero aún hay mas. Ración doble. «Como hemos visto que algún compañero ha pegado alguna cabezadita, y se ha perdido alguna parte de la película, la vamos a volver a ver, a ver si esta vez estamos atentos y no perdemos ninguna parte de la película», anuncia el mando. Y vuelve a sonar la voz del doblador de Max von Sydow.
«¡Qué cosita más mala de película! Y dice que tiene premios. Muchos no debe de tener», valora el policía Martín Gálvez, aspirante con el dorsal 58. Le informamos de que, además del premio en Cannes, acumula muchos más: mejor película en Fantasporto 1992, mejor filme y mejor fotografía en el Festival de Sitges de 1991….
Las noches en el curso del G.E.O. pueden ser eternas. Te pueden meter en las aguas del Tajo hasta dejarte al borde de la hipotermia. También pueden cansarte y obligarte a no quedarte dormido, poniéndote para ello una película de autor como Europa. Dos veces. ¿Puede ser aún peor? Sí, activando un altavoz que reproduce chillidos de un bebé, justo después de la doble sesión. Ya cuando suena el himno de la Policía Nacional les da todo igual. Es hora de salir de nuevo de maniobras. Todo ello sufren los aspirantes a ingresar en el cuerpo. Tiene su sentido: «Hemos estado en misiones en que ha faltado la comida. Hemos estado en servicios en los que no hemos podido dormir durante bastante tiempo. Entonces, al aspirante se le va a preparar para que lo sufra, porque ya no es ser capaz de soportar el sueño o de ser capaz de soportar el frío. Es que, durante ese sueño o ese frío, el operativo tiene que ser capaz de trabajar», explica un G.E.O. que no es identificado en el primer capítulo de la serie documental.
Lo de los sonidos para impedir el sueño no es nuevo. En Guantánamo ponían música variada hasta que Obama mandó parar: canciones potentes como Killing in the name (Rage Against The Machine), Fuck your god (Deicide) o Highway to Hell (ACDC), o infantiles como el Barney the purple dinosaur de Britney Spears.
Las citadas son algunas de las duras pruebas que han de superar los aspirantes a entrar en el cuerpo de élite. Empiezan cien el curso. Y, como mucho, quedarán veinte. Veinte tipos duros capaces de no quedarse dormidos viendo, un par de veces seguidas, Europa.