La matemática del espejo
Las verdades de José María García: «No he insultado nunca»
El periodista se resiste a contar a Carlos del Amor las dos exclusivas que se calló cuando se retiró en 2002 tras una carrera con «más errores que aciertos»
José María García es un Miura muy toreado. Hace pocas semanas lo pudimos ver de charla con Mercedes Milá, que le arrancó algún que otro titular. Anoche tuvo enfrente al periodista cultural por excelencia de la televisión pública, Carlos del Amor, que lidió con templanza y aguantó las embestidas del legendario periodista madrileño de origen asturiano.
Su carrera, resumió el protagonista de la noche, ha sido una lucha constante por la verdad. Muy didáctico, diferenció entre «mi verdad» y la «verdad absoluta». La primera es subjetiva; la segunda es objetiva e inapelable.
Una profesión en declive
La entrevista comenzó en tono apocalíptico. Del Amor le pidió un mensaje para un chaval de 20 años que no le ha escuchado nunca y que está estudiando la carrera de Periodismo: «¿Qué le dirías?». La respuesta resultó desalentadora: «Que no ha elegido una buena profesión. Que aprenda inglés y, una vez que domine el idioma, que intente salir. Porque aquí hoy es muy complicado. El periodismo, en general, está desapareciendo, pero en España es especialmente dramático», diagnosticó.
También dio consejos a Pedro Sánchez: «El presidente del Gobierno tendría que estar reuniéndose una vez al mes con cuatro o cinco políticos mayores, veteranos, incluso de signo político contrario. Y aprender. Escuchar. No obedecer, pero sí aprender».
«Echo de menos el trabajo, la investigación, la denuncia, la independencia… Hoy el periodismo en España se está muriendo, lo están matando, y especialmente el deportivo», se ratificó un rato después en su tesis sobre la decadencia del periodismo.
Especialmente crítico se mostró con la radio. «Escuchaba radio, ya no. Porque no me ofrece nada. Y además estoy muy dolido con la radio», sentenció. Y después explicó el motivo: «Durante muchísimos años luchamos para que la radio fuese una potencia. Conseguimos que fuese la radio más creíble de Europa. Llegas ahora y ves que radios líderes, como puede ser la Cadena Ser, o la Cadena Cope, prestan a sus estrellas para un Mundial o para una Eurocopa. ¿Por qué? Porque no hay un director. Hay un tío que han puesto ahí».
Sin insultos
Usando su propio lenguaje, José María García se defendió como gato panza arriba de las preguntas de Carlos del Amor. Y se revolvió especialmente cuando el padre de términos como «abrazafarolas», «lametraserillos» o «estómagos agradecidos», el mismo que acababa de llamar «Pedrusquito» por enésima vez a un ex presidente de la Federación Española de Fútbol, escuchó esta pregunta en boca del entrevistador:
–Del Amor: José María, ¿seguirías insultando igual, hoy?
–García: No he insultado nunca.
Sonó como una verdad absoluta.
–Del Amor: ¿Seguirías utilizando esos términos igual?
–García: Exactamente igual. Es más, yo creo que habría inventado alguno nuevo…
–Del Amor: ¿Te ha salido alguno nuevo?
–García: No ha salido ninguno.
Más errores que aciertos
La entrevista se desarrolló en el círculo central de Vallecas. ¿Cómo le recibiría el público en un estadio lleno?, planteó Del Amor. «Yo no creo en la unanimidad. Me han aplaudido muchísimo, me han sacado a hombros, he tenido que salir muchísimas veces en las lecheras de la GC, me han quemado…». «En el estadio Santiago Bernabéu, el presidente de entonces pagó un millón –de pesetas– a un grupo ultra del Real Madrid, quemaron una imagen, que era un ‘Butanito’, y la apalearon. Lo único que siento de aquello es que estaba mi hijo en el campo y se fue llorando».
Su programa se llamaba ‘Supergarcía’, pero el paso de los años le ha hecho ser más modesto: «He hecho muchas cosas mal. Y me he tenido que arrepentir, y he pedido perdón. ¿Quién no se ha equivocado una, dos, hasta mil veces, depende de lo que hayas trabajado? Yo me he equivocado muchísimo, he acertado también bastante. Pero me he equivocado más que acertado».
¿Qué no haría si volviese a empezar? «La lucha endemoniada que yo tenía conmigo mismo y con mis colegas por ser el primero en hacer una entrevista. Creo que eso carece de importancia. Lo importante es hacer la mejor entrevista. Las preguntas más ingeniosas, más agudas. Pero hacerlo primero o hacerlo segundo al final es un empeño infantil».
Los dos secretos
Se retiró de la profesión en 2002, y culpó a Aznar de ello: «Yo dejé esta profesión cuando un dictador, José María Aznar, pretendió cortar la cabeza de un compañero mío, Antonio Herrero, en paz descanse. Me fui y ahora veo que es triste, porque, que te retires por la negligencia, intransigencia y dictadura de un presidente del Gobierno, es muy triste», explicó. Antonio Herrero murió en 1998, cuatro años antes de que se retirase, pero este dato no lo manejaba Del Amor, que no pidió aclaración.
El entrevistador sí preguntó dos veces por los secretos que García nunca llegó a revelar en antena y que seguramente se llevará a la tumba. Son dos noticias que creyó oportuno callarse. Y explicó los motivos. Una se la calló «por la desilusión que producía a un país feliz y dichoso»; otra, «porque rompía la imagen de un súper súper ídolo». «Y esas noticias de momento no van a salir de mi boca. De momento. Más adelante, veremos», zanjó el asunto.
La enfermedad
«Yo siempre he sido optimista. Pero hay veces que yo veía el vaso medio lleno y medio vacío. Y ahora el vaso lo veo siempre lleno», contó el periodista deportivo.
El cambio de mirada se lo produjo la enfermedad, el cáncer que sufrió, ese 50 % de posibilidades de morir que le anunció el médico. En su caso, la moneda cayó de cara. En la de un amigo saló cruz: «La misma enfermedad la tenía Paquito Fernández Ochoa, y, luchando como luché yo, se nos fue… Y todo se vuelve negro».
La religión
Él ve la luz al final del túnel. Se declara católico, apostólico y romano. Y practicante. Del Amor se interesó por el peor pecado que haya podido cometer. El entrevistado respondió «el sexto», pero el entrevistador, poco ducho en materia religioso, no supo cuál es y que, por tanto, estaba hablando de su falta de castidad.
¿Irá al cielo o al infierno? «Tengo muchas dudas, con mucha frecuencia me dejo de preguntar muchas cosas, porque si insisto en esas preguntas tengo miedo de perder parte de la fe».
La despedida
García se fue de un día para otro y ni siquiera se despidió de los oyentes. Del Amor le dio la oportunidad de hacerlo. «Les diría gracias, gracias por las horas de sueño que les he robado, y saludos cordiales».
Un «saludos cordiales» habría sido un buen final de esta crónica, pero no hay mejor cierre, porque es 100 % García, que el que tuvo la propia entrevista.
–García: Gracias a Televisión Española, que debería ser la televisión de todos los españoles y, desgraciadamente, no lo es.
–Del Amor: Lo es, lo es.