Cinco motivos que convierten `Encanto´ en la Macondo de Disney

Tras el éxito de Coco y su ambientación en México, Disney se traslada a la Colombia mágica y rural en su nueva película de animación, Encanto. Una historia llena de ritmo y color que revisita la clásica «oveja negra» al presentarnos a Mirabel, la única de su familia que no ostenta poderes mágicos y que cree que por eso precisamente es menos especial. 

Para llevar a cabo esta auténtica fiesta visual y musical, los creadores recorrieron algunos de los lugares más emblemáticos del país, inspirándose en su belleza y diversidad. «Si íbamos a contar una historia inspirada en Colombia, queríamos que fuera lo más real posible», explicaron sus creadores. Así lo consiguieron:

1. Gabo y su realismo mágico

El patriarca del «boom» latinoamericano por excelencia creó Macondo no como un lugar, sino como un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver y verlo como quiere. Describió así el realismo mágico, un movimiento literario que abanderaría en sus novelas junto a otros escritores como Isabel Allende, en el que lo extraño, singular, peculiar o mágico se presenta como cotidiano.

«Un encanto es un término que a veces se usa para nombrar un lugar de magia y espiritualidad, donde pueden suceder cosas mágicas o extraordinarias. Es un lugar donde el paisaje está impregnado de posibilidades mágicas», explica Charise Castro Smith, guionista de la película.

Desde que se inició el proyecto hace cinco años, sus creadores supieron que se inspirarían en el realismo mágico de Gabo para dar vida al fantástico pueblo de Encanto. No solo está presente en ese entorno sobrenatural en el que cada miembro de la familia tiene un don distinto, sino que le rinden homenaje con sus míticas mariposas amarillas, su color favorito y un símbolo en toda su literatura del amor imposible, la fortuna, la buena suerte y la bandera de su patria.

2. Migración forzosa

Encanto comienza cuando una incipiente familia Madrigal se ve obligada a abandonar su pueblo a causa de la violencia. En la huida, el abuelo muere, pero la abuela con sus recién nacidos bebés trillizos reza frente a una vela y se obra el milagro. Surge un nuevo pueblo precioso y seguro rodeado de montañas que protegen a la familia para siempre.

En la vida real, son millones de colombianos los que han sufrido una situación similar, viéndose forzados a cambiar su residencia para evitar ser flanco de conflictos entre guerrilleros, narcotraficantes y fuerzas armadas nativas. Los últimos sesenta años han estado marcados, por tanto, por la lucha armada generando una verdadera movilización interna. Según datos de ACNUR, 7,9 millones de personas han sido víctimas del conflicto armado colombiano y han sido desplazadas de sus casas desde 1985.

3. Costumbre y biodiversidad colombianas

Para la creación de la película, sus responsables viajaron a lugares como Cartagena, Bogotá, Barichara o San Basilio de Palenque con el objetivo de beber de sus fuentes y trasladar de la manera más fidedigna posible el pueblo colombiano con todas sus costumbres. «Casita», así llaman la familia Madrigal a su hogar, es una mezcla de las típicas haciendas de la zona cafetera y las mansiones coloniales de Cartagena repletas de buganvilla.

Reseñable es también su alusión a las arepas con café, desayuno típico de la zona, los buñuelos, populares en Navidad, y el ajiaco santafereño, una sopa de pollo, papa y maíz típica de Cartagena de Indias.

No se olvidan tampoco de la gran biodiversidad colombiana. Es uno de los países con el mayor número de flora autóctona y ejemplo de ello son los cafetales, la variedad de flores, la exuberancia de la vegetación amazónica. Entre su fauna, un sinfín de tucanes, tapires, chigüiros, coatíes y jaguares hacen su aparición.

Destaca, incluso, la referencia al río de los siete colores, ubicado en Caño Cristales, y el valle del Cocora, situado en la cordillera central de los Andes Colombianos que posee las llamadas palmas de cera, las palmeras más altas del mundo que son el árbol nacional del país. 

4. Explosión de ritmos latinos

Disney ha contado para la composición de sus temas musicales con un habitual de sus bandas sonoras: Lin Manuel Miranda, una auténtica eminencia en términos de Broadway que ha estado al frente de la música de Moana o Hamilton. Junto a Germaine Franco, galardonada también por su trabajo de compositora, han incorporado tantos estilos musicales como fuera posible y en función del carácter de cada personaje.

 Así, es posible encontrar una explosión de ritmos latinos entre los que destacan la salsa, el merengue, el reggaetón e, incluso, el vallenato, música popular colombiana por excelencia que se moderniza a base de acordeón y champeta, otro ritmo latino popular en ciudades como Cartagena. Entre los cantantes, los más destacados del país. Mientras Carlos Vives interpreta Colombia, mi encanto, Sebastián Yatra canta Dos oruguitas, una de las más emotivas de toda la película.

5. Trajes regionales

La vestimenta que utilizan los personajes son una auténtica representación de la cultura colombiana. Mientras Bruno utiliza las ruanas, ponchos típicos de Boyacá o Cundinamarca, otros se decantan por sombreros vueltiaos o camisas guayaberas. 

Sin embargo, el que más destacada el colorido traje de Mirabel, inspirado en la indumentaria típica del municipio de Vélez, en el departamento de Santander. Se suele utilizar en festividades especiales de la región y está compuesto por una camisa con volantes y una falda de vuelo repleta de especiales y coloridos bordados. 

No hay que olvidar tampoco el bolso que acompaña a la protagonista y que elaboran las tribus indígenas de la península de La Guajira. Para rematar el look, unas alpargatas o cotizas, típicos zapatos de la zona.