'El Hormiguero'
La condición que pone Alejandro Sanz al que quiere entrar en su casa
El cantante madrileño presentó su nuevo disco y su Monopoly en ‘El Hormiguero’
Durante los primeros meses de la pandemia perdió la inspiración. No le salía ni una estrofa. A él, que ha creado algunas de las canciones más coreadas de las últimas tres décadas, y que ha ganado 4 Grammys norteamericanos y 24 latinos. «Cuando me puse a escribir, me di cuenta que no podía sacar nada que me gustara», contó Alejandro Sanz en El Hormiguero. Las musas aparecieron cuando recurrió a la primera guitarra que se compró. Que le compró su padre, para ser preciso. «Con ella conseguí escribir la primera letra que escribí, que fue Bio, y me salió prácticamente como si fuese un exabrupto». Es una canción muy autobiográfica y tuvo dudas sobre publicarla, por ser excesivamente personal. Tras ese primer brote verde, llegaron 18 meses de trabajo. El resultado es un disco titulado Sanz, con el que pretende «explicar que lo que hay dentro es el producto de los 30 años que llevo intentando ser Sanz». Lo escuchó cuando estuvo acabado, pero tardará «mucho tiempo» en volver a hacerlo, como es costumbre.
¿Ya tiene Alejandro a estas alturas de su extensa carrera el secreto del éxito de una canción, la pócima musical mágica? «Uno puede más o menos sospechar si una canción va a gustar más o menos, pero es una cosa que hoy es tan complicada de saber, porque no sabes realmente los canales… Yo creo que tengo una conexión con la gente que me escucha, y sé, más o menos, que cuando dejo salir lo que llevo dentro normalmente funciona. Y cuando pretendo ser quien no soy yo, no funciona».
Dos horas de gimnasio
Motos dudó de la información promocional proporcionada por la discográfica, que señala que Alejandro Sanz trabajó durante dos horas en el gimnasio durante el período de gestación del disco: «De verdad que estoy muy fuerte, Pablo. De hecho, hoy he hecho un poco más de pecho sabiendo que venía aquí. ¡Es que competir contigo es tan duro!», bromeó el cantante. Entrena viendo a Carlos Arguiñano: «Estoy levantado pesas y él esta diciendo, ‘unos ajitos, una cebollita’, y como que no pierdo masa muscular, ¿sabes? Le mando un abrazo enorme. Me hace mucha compañía», dijo sobre Arguiñano, que precisamente el jueves estará en El Hormiguero.
Su manía con los esparadrapos
El disco lleva aparejada una gira, que empezó en Estados Unidos. «El primer concierto, en Chicago, estaba muerto de miedo. Porque no sabía si el público seguía estando ahí, si yo me iba a acordar de cómo se hacía eso de estar encima de un escenario. Salimos con tantas ganas que yo creo que nos salimos por el otro lado del escenario», recordó eufórico.
Sigue fiel a un ritual que empezó años atrás, cuando tocaba un cajón y los dedos se resentían. Se los cubría entonces de esparadrapo. Y lo que era una necesidad se ha acabado convirtiendo en una manía. «Me puse unos espadrapos en las manos y sentí como que me daban fuerza. Ahora lo he convertido en un ritual, ya no puedo salir sin ellos. Son tres esparadrapos que me pongo en el mismo sitio», detalló.
Junto a The Beatles en Hollywood
Hace un par de meses, Sanz se convirtió en el noveno español con estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. «La concede la Cámara de Comercio de allá. Esa ciudad, Los Ángeles, me ha tratado muy bien. Además, la estrella está en la puerta de Capitol Records… Es donde está la gente de la música. Estoy con los Beatles», presumió. Lo considera un gran honor, y de hecho precisó el número exacto de distinguidos: «Flipé, porque la mía fue la estrella 2.703». Vamos, que no son muchos.
Contó un detalle curioso sobre el mantenimiento de las estrellas, tarea que corre a cargo del artista que recibe tal honor: «Algunos pagan más que otros. Donald Trump tiene que poner un tipo de seguridad allí, porque creo que la vandalizan bastante».
La norma de su casa
Motos quiso conocer detalles de las fiestas que hace Sanz en su casa. Es más, preguntó expresamente por si habían pasado por allí Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida. «Yo no hablo de mi vida privada. En mi casa pasa mucha gente», regateó con una sonrisa.
Sí confirmó cuál es la contraseña de acceso a la mansión. «En mi casa no se habla de política. Me parece que hay demasiada política en casi todo. A mi casa va mucha gente, con muchas formas de pensar. Y la única condición es que no se hable de política. Es un espacio libre de humos», precisó.
Motos aún no ha pisado esa casa. Sanz le confirmó que está invitado. Y, que si va, jugarán al Monopoly Alejandro Sanz. Sí, porque hay un Monopoly que lleva su nombre y su apellido (artístico, pues el real es Sánchez). En su debut en ese tablero rivalizó con sus hijos. «Como era la primera vez que jugaba, quería ganar e hice una pequeña trampilla: me salté una casillita», confesó divertido.