Kamchatka nos dejó, al menos, dos lecciones. Una, que no debemos rendirnos nunca, como nos enseña en la película el niño que se resiste a perder una partida de Risk con su padre a pesar de defender un único territorio (Kamchatka) sobre el tablero. Y otra, la lección de interpretación de Ricardo Darín. De esas, por suerte, hay unas cuantas en su trayectoria.