José Sacristán con el Goya de Honor: «Gracias por dejarme seguir arando, sembrando y cosechando»
El veterano actor deja de lado la política para centrarse en la gratitud y la nostalgia, así como su eterno agradecimiento al cine español... y a su familia
Es uno de los grandes rostros del cine español. José Sacristán (Chinchón, 1937) ha recibido el Goya de Honor 2022 por representar «de forma única» papeles inolvidables «que forman parte de nuestra memoria íntima», como señalaba en su anuncio el pasado noviembre la Academia de Cine. El actor, «rostro y voz del cine español de las últimas seis décadas», ha llegado este viernes a Valencia para recoger el galardón que en otras ediciones han recibido actores como Marisa Paredes, Antonio Banderas, Concha Velasco o Ángela Molina.
«Me siento contento, agradecido y también, con todo este mogollón, un poco desbordado y un poco aturdido. Pero sobre todo estoy feliz», ha comentado al llegar a la alfombra roja del Palau de Les Arts de Valencia donde ha tenido lugar la gala. En esas breves palabras previas a recoger su cabezón, ha dejado claro también que su 'padre' en la interpretación es Fernando Fernán Gómez: «Sé perfectamente de quién me voy a acordar porque es, en definitiva, de quien no me olvido. Lo tengo muy claro. Pero para su tranquilidad –por si acaso anda por ahí intranquilo–, quiero decir que me ayuda y me sostiene saber de quién vengo».
«Nadie en este país podría ser presentado únicamente con títulos de sus películas», ha dicho, emocionada, Nuria Navas, ganadora del premio a mejor actriz de reparto por Libertad, al presentarlo. A continuación se han emitido escenas icónicas de algunas de sus películas más célebres, como ¡Vente a Alemania, Pepe!, La Vaquilla, La ciudad no es para mí, Camas calientes o Cara de acelga.
Al subir al escenario, con gesto serio y compungido, José Sacristán ha tenido que detener los aplausos del público, que lo ovacionaba en pie. «Escuchaba La niña del fuego en la voz del inmenso Manolo Caracol y me vino el barrunto de otras voces, otros sones, otros tiempos. El pueblo. Su gente. Su gente y el punto cardinal de su trajín. Su esfuerzo y su esperanza: el campo. En el campo, se sabe, hay un tiempo para labrar la tierra, un tiempo para echar la simiente y otro para recoger los frutos. Gracias a todos lo que con su confianza en mi trabajo me permiten seguir arando, sembrando y cosechando. Cosechando frutos como este», ha comenzado su intervención mientras alzaba el cabezón.
A continuación se ha dedicado a rememorar a sus familiares, fallecidos a lo largo de su no corta vida. «Se vienen dando bien los años, padre, no te preocupes. Tiene su aceite el candil, le diría al Venancio. Y a la Nati le diría 'Que sí, madre, que lo sé de buena tinta, que John Steinbeck se inspiró en ti para escribir Las uvas de la ira'. A mi abuela, que sigue siendo mi mejor espectadora y mi mejor maestra», ha continuado mientras nombraba a sus tíos y también a su hermana, que falleció de cáncer: «Teresa, ¿cómo hiciste para tanta ternura en apenas 46 años?».
José Sacristán también ha tenido palabras para sus hijos, a quien les ha agradecido que le dejaran «repetir escenas» que como padre no le salieron bien a la primera, así como a su mujer: «A Amparo le agradezco lo de siempre, que esté, que estemos, porque sin ella, sin su amor y su cuidado, no me quedaría otra que echar el ancla», ha declamado mientras la miraba a los ojos.
Aunque ha terminado su discurso dando las gracias a los miembros de la Academia y declarando que se sentía muy orgullosa de ser uno de los 12 primeros números de «esta bella y esforzada tropa», no ha dejado ni un solo mensaje político en su discurso. «Familia, amigos, compañeros, vecinos, gracias por vuestra cordialidad y vuestra compañía, y gracias, muchas gracias, al público, a todos esos hombres y mujeres que cada año, y hace ya la friolera de más de 60, que cada año, bien en manojo o bien en ristra, me siguen comprando los ajos».