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Carla Simón ha presentado su filme Alcarràs en el Festival de BerlínEFE

Festival de Berlín

Carla Simón vuelve al Festival de Berlín tras su éxito con 'Verano 1993'

La directora presenta Alcarràs en el festival que la impulsó mundialmente en 2018 con Verano 1993

La catalana Carla Simón vuelve por segunda vez al Festival Internacional de Cine de Berlín, que la consagrara mundialmente en 2018 como la mejor directora debutante por Verano 1993 (Estiu 1993), presentando una de las mejores candidatas a los premios finales, cuando solo queda por ver una última película del concurso.

Alcarrás cuenta la muy actual historia de una familia de campesinos, que son expulsados de su plantación de duraznos para dejar paso a una multinacional que está construyendo paneles solares, cuyo rendimiento económico es muy superior al que rinde la cosecha, sin la necesidad de estar pendiente todo el año del cuidado de la plantación.

Protagonizada por una verdadera familia de campesinos (abuelos, padres, tíos, cuñados, hijos, sobrinos, nietos que se interpretan a sí mismos pero no necesariamente viven la misma situación), Alcarrás dibuja en apretadas dos horas los trabajos y los días de estas personas que traen a nuestras mesas los frutos de sus desvelos.

Simón, autora del guion en colaboración con Arnau Vilaró, no malgasta ni un solo instante de su película para informar al público de donde provienen nuestros alimentos, no solo describiendo la luz sino también la sombra de esta familia, cuando cita al pasar la explotación de los inmigrantes.

La realizadora vuelve a distinguirse en la dirección de actores no profesionales, extrayendo de cada uno de ellos interpretaciones creíbles de los personajes, hasta el punto de hacer que el público se identifique con ellos y los adopte como familia.

La jornada se completó con el esperado retorno al cine del italiano Paolo Taviani, tras cinco años de su última película, Una questione privata, y a diez del Oso de Oro, ganado aquí mismo en Berlín por Cesare deve morire.

Leonora addio es el segundo trabajo como director solista de Paolo Taviani, después de una carrera conjunta de más de 60 años con su hermano mayor, fallecido en 2018 y a quien está dedicada la película.

El filme está dividido en dos partes desiguales: la primera cuenta en blanco y negro la macabra historia de las cenizas del premio Nobel de Literatura 1934 Luigi Pirandello, que tardaron 15 años en viajar de Roma a su Sicilia natal, y la segunda, en colores, está inspirada en uno de los últimos cuentos del escritor, Il chiodo, sobre un hecho real ocurrido en Nueva York cuando un adolescente inmigrante italiano asesinó sin motivo alguno a una niña.

Pero mientras la primera parte, con su majestuoso blanco y negro, tiene la monumentalidad del cine clásico, la segunda, que es una parábola sobre una expiación inextinguible, adolece de una falta de dramaturgia que menoscaba la calidad de la película.