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La cineasta Carla Simón posa con su Oso de Oro

La cineasta Carla Simón posa con su Oso de OroEFE

Festival de Berlín

La española Carla Simón gana el Oso de Oro de Berlín

La cineasta se alza con el Oso de Oro por Alcarràs

España vuelve a recuperar laureles con el Oso de Oro del 72º. Festival Internacional de Cine de Berlín asignado a la cineasta catalana Carla Simón, por su sentido retrato de la lucha y las miserias de una pequeña comunidad de agricultores, que pierde su pequeña plantación de melocotones en aras de la modernidad y la globalización.

Alcarràs, en las palabras del presidente del jurado, el afamado director norteamericano M. Night Shyamalan, el film mereció el codiciado premio «por la extraordinaria labor actoral de niños y adultos, por la habilidad (de la directora) de mostrar la lucha, el humor y la ternura que une a la familia campesina, retratando la conexión y la dependencia que todos tenemos con la tierra que nos rodea».

Es la segunda vez que esta joven directora de apenas 35 años es invitada en Berlín, donde Verano (Estiu) 1993 se había alzado en 2017 con el premio a la mejor ópera prima de todo el festival, así como el del jurado de la sección Generation KPlus, dedicada al cine para niños y adolescentes.

Simón tiene una carrera comenzada hace menos de tres lustros, escalando todos los oficios, desde la asistencia de dirección al montaje pasando por los de script, producción y escritura, hasta llegar a ser directora de cortos y documentales.

«Yo me considero una hija de la Berlinale porqué fue aquí donde tuve el espaldarazo mundial con mi primera película» declaró Simón agregando medio en broma y medio en serio «hasta estoy pensando en mudarme a vivir aquí, porque cada vez que vengo a esta ciudad me sucede algo extraordinario».

Después de agradecer a su equipo y a los seleccionadores por haberla invitada al concurso oficial, Simón dedicó este premio a las pequeñas granjas familiares que «todos los días se ocupan de sus campos para traer a nuestras mesas las frutas y verduras sin las cuales no podríamos sobrevivir y su respeto por la tierra y la naturaleza es tal vez una de las formas de resistencia que aún nos quedan».

Alcarrás desde el primer momento de su presentación, el penúltimo día del festival. fue presentida como una de las más fuertes candidatas a algunos de los premios mayores, aunque más no fuese porque había sido una de las pocas películas que recibiera aplausos al final de la proyección.

Y no era para menos. Público y crítica quedaron subyugados por esta película que presentaba hechos reales con una concisión y un concepto dramático que no desperdiciaba un minuto de la acción, que no fuese esencial para la trama.

Una de las razones del compromiso de la directora con el mensaje del film reside tal vez en el hecho, declarado por ella misma en conferencia de prensa, de que su familia, como la de Alcarràs, eran agricultores que trabajaban de sol a sombra la tierra.

Como bien lo subrayó el jurado, el film se destaca también por un reparto coral de no profesionales, (auténticos cosechadores de melocotones), que Simón ha dirigido con destreza haciéndolos creíbles, hasta el punto de obligar al espectador a adoptarlos como familia, compartiendo sus luchas, sus angustias y, también, sus momentos de ocio, de alegría y de compañía.

Hacía mucho tiempo que España no era invitada al concurso oficial de la Berlinale, donde otrora reinaba Carlos Saura con su Oso de oro 1981 a Deprisa de prisa y sus Osos de plata al mejor director por Peppermint frappé (1968) y La caza (1966).

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