Crítica de cine
'CODA', la versión mejorada de 'La familia Bélier'
Nominada al Oscar a la mejor película, es un remake de la cinta francesa sobre una familia de sordomudos
Atodos ha sorprendido la nominación de CODA (Sian Heder, 2021) al Oscar a la mejor película tratándose de un remake absolutamente fiel de la cinta francesa La familia Bélier (Eric Lartigau, 2014). Pero más sorprendente aún es que esté nominada al mejor guion adaptado del guion de la cinta original. En realidad no es tan raro. Es frecuente que los norteamericanos, cuando encuentran una película europea que les gusta, la vuelvan a hacer y de esta manera la 'convalidan', ¡no vaya a ser que los espectadores yanquis se atrevan a ver una película francesa o danesa! Recordemos Vanilla Sky (Cameron Crowe, 2001), que americanizaba nuestra Abre los ojos de Amenábar, o Brothers, que hacía lo propio con Hermanos (Susanne Bier, 2004), o Después de la boda (Bart Freundlich, 2019), que era un remake de la homónima también de Susanne Bier (2006).
Volviendo a esta versión americana de La familia Bélier hay que decir que no es peor que la original, y en algunas cosas quizá la mejora. Sobre el guion lo único que cambia es, que si en la francesa la familia era agricultora, aquí se dedica a la pesca. Y por supuesto cambian los nombres y sobre todo, las canciones. Recordemos el argumento. Frank y Rossie son un matrimonio de sordomudos. Tienen dos hijos, Leo y Ruby. Ruby (Emilia Jones), la pequeña, es la única que no padece sordera, y por ello, la dedicación fundamental de su vida es acompañar a su familia para traducirles al lenguaje de sordos todo lo que dicen a su alrededor. Un día Ruby, en el instituto, se apunta al coro para estar cerca del chico que le gusta, Miles (Ferdia Walsh-Peelo). Pero es que, aparte de eso, Rudy tiene una voz maravillosa. Lo que ocurre es que dedicarse a las clases musicales no es compatible con acompañar a su familia en el barco de pesca y en la lonja de pescado. Y ese el dilema dramático que nuestra protagonista tiene que afrontar. Un personaje secundario muy importante es el director del coro, Bernardo Villalobos (Eugenio Derbez), que abre los ojos de Ruby al gran mundo y es el que le señala la posibilidad de un prometedor futuro musical.
Así pues, Ruby está en el centro de dos tramas. Por un lado, la trama romántica, que discurre a través de su progreso musical. Por otro lado, la trama familiar, determinada por las circunstancias económicas y laborales de su padre y de su hermano. Como un fondo que acompaña a toda la película está la cuestión de la integración social del sordomudo, los prejuicios y la dificultad de muchos de acoger la diferencia de la que a menudo se defienden con crueldad. No menos importante que estas cuestiones es el elogio de la familia que hace el filme, como comunidad de amor y apoyo mutuo. El film retrata una familia un tanto anárquica, liberal, una especie de versión posmoderna de la familia protagonista de Vive como quieras de Frank Capra. Ciertamente, es una familia unida, que despierta la envidia de Miles, pero también a los padres de Ruby les cuenta entender que su hija está llamada a vivir una vida propia e independiente.
La directora Sian Heder, que ya había dirigido en 2016 la dramedia Tallulah, de temática familiar, imprime una puesta en escena muy clásica, con un tono familiar solo ensombrecido por las situaciones y diálogos cómicos que a menudo se basan en el sexo, usando un lenguaje soez. Las interpretaciones son brillantes, pero merece destacar el trabajo de la protagonista Emilia Jones, a la que vimos recientemente en Ghostland, y sobre todo la interpretación de Troy Kotsur en el papel de su padre, por el que está nominado al Oscar al Mejor Actor de reparto.
En definitiva, una película positiva, esperanzada, que ofrece una mirada luminosa, pero no ingenua, sobre la familia. Aunque no merezca el Oscar.