Crítica de cine
'El triunfo': la versión menos absurda de 'Esperando a Godot'
La película francesa ganó el galardón a la mejor comedia en los Premios del Cine Europeo de 2020
Emmanuel Courcol es una de las figuras más polifacéticas del cine francés. Actor consolidado, ha sido guionista de cintas memorables como Welcome (2009) y director de una sola película, Alto el fuego (2016). Ahora afronta su segundo largometraje, con un tono narrativo muy diferente, alejado del academicismo de la primera.
El argumento tiene como protagonista a Etienne (Kad Meran), un actor de segunda que no pasa por un buen momento profesional. Para hacer algo de provecho hasta que le salga un contrato decide acudir como voluntario a un centro penitenciario para montar allí un pequeño grupo teatral. Después de los trámites burocráticos y permisos consigue que se apunten seis o siete internos y se lanza a preparar con ellos una representación de Esperando a Godot de Samuel Beckett. Para Etienne es un reto muy difícil, ya que sus improvisados actores no es que sean precisamente un derroche de habilidades sociales e intelectuales. Pero la paciencia y empeño de Etienne darán fruto. Pero quizá no el que cabía esperar.
Inspirada libremente en unos sucesos ocurridos en Suecia, esta dramedia francesa sigue la estela narrativa de muchas películas protagonizadas por un grupo formado por una suerte de antihéroes que alcanza un improbable éxito gracias a la tenacidad de su líder. Recordemos por ejemplo El concierto (R. Mihaileanu, 2009), referida al ámbito musical; El gran baño (G. Lellouche, 2018), Campeones (J. Fesser, 2018), o Doce huérfanos (Ty Roberts, 2021) ambientadas en el campo del deporte; y en el caso que nos ocupa, El triunfo, de Emmanuel Courcol, en el teatral. Al igual que muchas de estas, el tono del filme es cómico con elementos surrealistas, propiciado por el singular elenco de presos, que muestran un abanico humano lleno de contrastes y tipos humanos en las antípodas unos de otros.
El tono del filme es eminentemente positivo, no sólo porque nos habla de historias de superación, sino porque estas se basan en la fe que Etienne tiene en los internos, en la confianza en sus posibilidades, sin caer nunca en la tentación de mirarles a través de los delitos que cometieron. Pero para que Etienne pueda cumplir su sueño, también tienen que tener fe en él, no solo los reclusos, sino las distintas autoridades penitenciarias que deben dar su consentimiento.
Una de las cosas más interesantes del filme es el juego dramático que da la elección de la obra de Beckett. Esperando a Godot se considera el punto de referencia del llamado teatro del absurdo. En su núcleo dramático, la espera, tan absurda como inevitable. Los presos, que experimentan el absurdo en sus vidas, también viven esperando. No solo esperando la libertad, sino esperando que ocurra algo bueno en sus vidas. Por ello, a pesar de que incluso alguno apenas sabe leer, ellos entienden el sentido profundo de la obra, y eso les permite que, aunque carezcan de los registros de un actor profesional, puedan dotar a su actuación de una gran autenticidad.
Cuando Samuel Beckett conoció los acontecimientos que inspiran esta película declaró: «Es lo mejor que podía haberle pasado a mi obra». Otra curiosidad de El triunfo es que está producida por Robert Guédiguian, el director de referencia del cine social de izquierdas francés, y Dany Boom, uno de los actores cómicos galos más importantes. La película obtuvo el premio a la mejor comedia en los Premios del Cine Europeo de 2020.