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Language Lessons ya está en la cartelera

Crítica de cine

'Language Lessons': cualquier circunstancia puede ser ocasión de un encuentro

La cinta es una lección de cine: demuestra que se puede hacer una buena película sin dinero

Adam (Mark Duplass) tiene 45 años. Es gay y vive en Oackland (California) en una lujosa mansión con su pareja, Will. Este le regala por sorpresa un curso online de cien clases de español, a razón de una a la semana. Se trata sobre todo de un curso de perfeccionamiento y conversación, ya que Adam aprendió español de pequeño cuando vivió en México, pero lo tiene bastante olvidado. La profesora está en Costa Rica, es cubana y se llama Caridad, aunque todos la llaman Cariño (Natalie Morales).

Tras la sorpresa inicial de Adam, que no esperaba el regalo, comienzan las clases. Cada lunes, a primera hora de la mañana, conectan sus ordenadores y sus webcams, y dan inicio a la charla. En las conversaciones, inevitablemente, se van conociendo poco a poco. Pero una mañana Cariño encuentra a Adam un poco raro. Ella, discreta, no pregunta nada, hasta que Adam le cuenta algo terrible que le ha sucedido y le ha cambiado la vida.

A partir de ese momento, la relación entre la alumna y el profesor va a dar un giro de ciento ochenta grados. Tanto Adam como Cariño son personas complejas, con una historia nada fácil, con heridas escondidas. Son muy distintos entre sí, aunque también comparten experiencias parecidas: ambos son de familias católicas, han vivido de acá para allá y han perdido seres queridos. Ambos han estado casados y divorciados, y ahora se sienten solos.

Antes de entrar en su contenido hay que decir que esta película es una lección de cine: demuestra que se puede hacer una buena película sin dinero. Bastan una historia humana y auténtica, un guion brillante, y un par de actores absolutamente creíbles. En tiempos de efectos especiales, remakes, sagas y metrajes de más de dos horas, Language Lessons es una corriente de aire fresco. Natalie Morales, actriz norteamericana de origen cubano, es la productora, guionista, directora y protagonista del film. Por su parte, Mark Duplass, además de ser el otro protagonista, es también coguionista y coproductor.

No es la primera vez que vemos una película en la que la pantalla de cine coincide con la pantalla del ordenador, del móvil o del iPad. El espectador no se va a separar de ese punto de vista durante todo el filme. Este recurso ya lo encontramos en películas como Searching (Aneesh Chaganty, 2018), Host (Rob Savage, 2020) o Eliminado (Levan Gabriadze, 2014). Se puede argumentar que ese formato empobrece el lenguaje cinematográfico, pero también es cierto que permite exprime las posibilidades narrativas de estos dispositivos que usamos a diario ignorando su potencial.

La película tiene dentro muchos géneros: drama, suspense, comedia, romance, e incluso musical. Y ese cóctel lo consigue la directora con planos en su mayoría medios y cortos y una obvia escasez de localizaciones. Todo ello quiere decir que la genialidad del filme está en el guion, que, por un lado, está muy pensado y elaborado, pero por otro no se nota. El hecho de que los guionistas sean los propios actores es la clave de que todo parezca espontáneo e improvisado, y que no se noten las costuras del guion.

Pero lo realmente interesante del largometraje no es audaz producción o su original planteamiento narrativo, sino la verdad humana que esconde. En primer lugar, la película cuenta una historia de amistad verdadera, pura, sincera y desinteresada. No es casual que el personaje de Adam sea gay, porque sirve para subrayar que lo que él siente por Cariño no tiene nada que ver con el amor romántico o la atracción sexual. Es puro amor gratuito, de amistad auténtica. Por otro lado, la cinta nos habla de internet como un lugar, que más allá de sus evidentes peligros y distorsiones, puede ser un lugar de encuentro real, que naturalmente debe culminar en un reconocimiento presencial.

Una pequeña e inesperada joyita de la que el espectador quedará encantado. Para no perdérsela.