Rosalía confiesa en 'El Hormiguero' el lugar en el que mejor compone

«Después de tres años trabajando, por fin sale Motomami», proclamó Rosalía recién llegada a El Hormiguero, por si alguien no se había enterado aún de que el disco más anunciado del siglo XXI sale a las doce de la noche de hoy.

Pablo Motos no pudo estar para recibirla, puesto que sigue en su casa, aunque ha dado negativo en covid y en breve volverá. Pero no se resistió a entrar por videollamada. «¡Qué de guitarras tienes en casa!», se asombró la artista catalana. Se veían varias detrás del presentador, quien ya las había mostrado en otra ocasión en el programa, cuando meses atrás estuvo confinado por el mismo motivo.

Rescató de la pared la que le regaló en su día Russell Crowe. Cuando se levantó, se le vio el pantalón, que bien podría ser de pijama. «Una motomami duerme siempre, sea invierno o sin verano, sin pijama», informó a Motos.

«Tú eres una motomami de pies a cabeza, Nuria», le dijo a la presentadora sustituta, quien preguntó a la artista la definición exacta de «motomami». Esta es: «Una motomami... Ella decide lo que es ser motomami o no ser motomami. Si tú te sientes motomami, eres motomami». «Energía femenina, fuerza», remarcó.

El presentador elogió la apuesta por el riesgo que hace en este nuevo trabajo. «Está hecho desde el cariño, está hecho desde el amor, está hecho desde las ganas de seguir experimentando. Yo siempre he hecho los discos desde ahí. Y aunque estoy usando códigos diferentes, estilos diferentes, el lugar desde el que está hecho es el mismo», explicó la barcelonesa. «El baremo siempre es ¿emociona o no? Y yo me siento satisfecha después de tres años de trabajo».

¿Influyó la pandemia en las composiciones? «No habría salido igual. He estado casi dos años lejos de mi familia, de mi pueblo. No había estado tanto tiempo lejos. Y eso hizo que nos salieran canciones que tenían que ver con el aislamiento, con el estar lejos, con echar de menos».

Motos se interesó por su método de composición. «Depende de la canción. Hay algunas que tengo unas líneas en el móvil y continuo. Otras con papel: me pongo ahí en el estudio y venga, venga, venga, a meterle horas. Las mejoras me salen en la cama, tumbada», confesó. Nacen así temas como Saoko: «Es una palabra de origen africano que significa ritmo, movimiento», explicó.

En la portada del disco muestra en una pierna un tatuaje que sorprendió a Motos. «Viene siendo lo que aguanta la liga. Este tatuaje lo llevaba una artista que se llamaba Li, y ella lo llevaba como diciendo que decía ‘yo decido cuando…’… Bueno», y se cortó a la hora de ser más explícita. Mostró una doble «erre» que lleva tatuada en la plantilla del pie: «Dolió un montón, y encima sin anestesia». Su novio es Rauw Alejandro.

El disco es un batiburrillo de estilos. Hay jazz, bachata, flamenco y, obviamente, reggaetón, del que hizo defensa. «Es una música con mucha marcha, que te hace moverte, que te alegra. Lleva ya sus años como género. A mí me encanta. Yo siempre lo cantaba y lo bailaba con mis primas en la feria, desde que teníamos, no sé, once años».

Mentado el asunto del baile, fue inevitable la mención a la coreografía de Chicken Teriyaki. La bailó hasta Jorge Salvador, y Motos desde casa. «No sé lo qué tienes, pero solo lo tienes tú», elogió el presentador casero.

Un día en la vida de Rosalía

¿Cómo son sus hábitos de estrella? Si se acuesta tipo a las diez, a las ocho está en pie. «Si no, me levanto un poco más tarde», contó entre risas. Por la mañana se va al gimnasio. Y después ya a trabajar: «Normalmente no tengo días off. No tengo días libres». «Todos los días canto. Cada día entreno la voz». «Y bailar, depende de si tengo que preparar alguna actuación, algún vídeo», detalló. Las coreografías del directo con el que esta noche se presenta el disco en TikTok las trabajo durante cuatro o cinco horas al día durante un mes y medio.

Una mujer de fe

Trancas y Barrancas relevaron a Motos y Roca con sus preguntas curiosas. La penúltima fue trascendental: «Nombras mucho a Dios en tus canciones, ¿pero crees en Dios?». «Pues claro». «¿Y vas a misa?», se interesaron las hormigas. «La verdad, no te voy a mentir, no voy mucho a misa, pero mi abuela me llevaba cuando era pequeña y de ahí se me ha quedado», explicó.