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Código Emperador se estrena este viernes 18 de marzo en los cines españoles

Crítica de cine

'Código Emperador': un inquietante viaje por las cloacas del Estado español

Luis Tosar interpreta a un agente de inteligencia en esta entretenida y algo deshilachada película

Esta película parte de una combinación de Jorges que a priori parece interesante. Por un lado, Jorge Guerricaechevarría, famoso guionista avalado por excelentes trabajos de género como Las leyes de la frontera, Celda 211, El niño, o las ya remotas La comunidad y El día de la bestia. El otro Jorge, Jorge Coira, es un director curtido en las series de televisión, como Hierro, Sé quién eres o Piratas. Hay un tercer ingrediente, los productores Emma Lustres y Borja Pena, consagrados con películas del gusto del público como Celda 211, El niño o 100 años de perdón. El resultado de la combinación es bueno, sin duda, pero no tan bueno como cabría esperar de tan prometedora simbiosis. La razón puede estar en que la sutura entre las tramas no consigue mantener cosida la película, que lejos de resultar redonda se antoja un poco deshilachada.

Inspirado, según dicen sus autores, en hechos reales, el guion pone el foco en Juan (Luis Tosar), un agente de inteligencia del Estado Español al que se le encargan habitualmente variopintas operaciones, desde hacer que no trascienda el desliz de un hombre poderoso hasta abortar planes delictivos de envergadura internacional. Juan es un lobo solitario, sin pasado y sin futuro, entregado ciegamente a sus obligaciones del presente. En el momento que nos sitúa la película, Juan está tratando de averiguar las claves de una operación terrorista de tráfico de material militar sensible, con el fin de frustrarlo en el momento oportuno y detener a sus responsables. Estos son una pareja que vive en un lujoso chalet de la urbanización La Moraleja, de Madrid. Para poder acceder a la casa, Juan urde un plan para hacerse amigo 'casual' de la criada filipina Wendy (Alexandra Masangkay). El problema es que con el tiempo esa falsa amistad se convierte en mutua atracción real.

Esta trama transcurre paralela a otra, de carácter más político, en la que el jefe de Juan, un oficial de aviación del servicio de inteligencia (Miguel Rellán), le pide que hurgue en la vida privada de un político emergente, Ángel González (Denis Gómez), con el fin de encontrar trapos sucios. Juan no encuentra nada turbio, y entonces se le pide que le tienda una trampa sexual a través de Marta (Georgina Amorós), lo cual le parece inmoral. Estos dos conflictos éticos y personales de Juan, el de Wendy y el de Ángel, le llevan a cuestionarse el sentido de su trabajo. Pero no está claro que pueda echar marcha atrás.

Y hay una tercera trama relativa al presidente de un equipo de fútbol, y otra referida al periodismo, protagonizada por María Botto. Es esta dispersión argumental lo que hace que la película no acabe de cerrarse satisfactoriamente, máxime cuando algunas situaciones exigen demasiada fe por parte del espectador. Luis Tosar está muy bien, como siempre, pero por debajo de otros trabajos como su Etxezarreta de Maixabel o su Malamadre de Celda 211. A pesar de todo, es interesante cómo la película se quiere acercar a las cloacas del Estado en forma de thriller. El filme critica el principio de que el fin justifica los medios, al que muchas veces se apela para defender la 'razón de Estado'. Muestra cómo la seguridad nacional se emplea a menudo como coartada para entrar en la vida privada de la gente sin ninguna justificación real, haciendo un juego de las cosas más respetables de la vida. Son varias las películas españolas que se adentran en estos vericuetos de la ética política, como El reino (R. Sorogoyen, 2018) o El hombre de las mil caras (A. Rodríguez, 2016) y Código Emperador no es la mejor, aunque sin duda engancha y entretiene.

La película, que ha inaugurado el Festival de Málaga, cuenta con una notable producción y se ha rodado en La Coruña, Budapest, Bilbao, Madrid y Panamá.