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Rocío Carrasco, cuyo docudrama se estrenó hace un año

Auge y caída de Rocío Carrasco en Telecinco

Un año después del estreno del docudrama, Telecinco deja 'en barbecho' a la hija de Rocío Jurado

Fue un inesperado giro feminista de la cadena que irrumpió en España con las Mama Chicho y con programas subidos de tono como ¡Ay qué calor!, la misma que tiempo después puso a Jesús Gil a remojo en un jacuzzi rodeado de mozas en bikini. Todo aquello le valió antaño el sobrenombre de «Teleteta».

Fue mudando su piel –más bien tapándosela algo más– con el paso de los años. Se pasó del destape a secas al destape sentimental. Y por eso acabó llenando su parrilla de sálvames y sucedáneos varios, fuesen estos deluxe o no deluxe. En muchos de ellos se hablaba mal de Rocío Carrasco, que llevaba 25 años sin entrar al trapo. Por eso fue una sorpresa enorme lo que ocurrió hace justo un año: la hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco elegía servir el plato de su fría venganza en la cadena por cuyos pasillos campaba a sus anchas su odiado ex («ese ser», en palabras de la hija de «La más grande»), es decir, los mismos platós en los que se llevaba vociferando contra ella desde que su hija tenía acné.

Rocío, contar la verdad para seguir viva se tituló. Un año ya de aquello. Contó su intento de suicidio. Contó la agresión que sufrió por parte de su hija. Contó lo que llevaba callando un cuarto de siglo. Contó todo como a cámara lenta. Le salió toda la rabia acumulada tras pasarse tanto tiempo escuchando –en los platós y por la calle– eso de «mala madre». Las eternas pausas, su particular dicción, sus lágrimas, su traje fucsia, el proyector… Y, sobre todo, los precisos detalles de «su verdad». Todo muy conmovedor.

La ministra de Igualdad la elevó ipso facto a la categoría de víctima sin más sentencia que la dictada a cámara por la propia Rocío Carrasco, juez y parte, con Carlota Corredera como máxima abogada defensora. Para cerrar el círculo, meses después, la propia Irene Montero en persona hizo entrega a la hija de Rocío Jurado del Premio Menina 2021 por dar visibilidad a la violencia de género.

No hay duda de que su testimonio tuvo un impacto enorme. Pero Telecinco quiso sacar tanto partido al programa, dosificó tanto el drama, que acabó agotando. Claramente le sobraron episodios. Aun así –el morbo es el morbo– superó en todas sus entregas el 25 % de cuota de pantalla y logró una elevadísima media de 27,5 %. Numerosos excelentes que ayudaron a la cadena en su pugna con Antena 3 por ser la más vista.

El efecto rebote

Rocío, contar la verdad para seguir viva generó un efecto rebote múltiple.

De entrada, el adiós de su ex Antonio David a la cadena amiga, donde antes le extendían la alfombra.

Otra consecuencia fue el triunfo de la entonces mujer de Antonio David, Olga Moreno, en Supervivientes, inexplicable para quien siguió el reality sin la cascada de votos de los miles de negacionistas de Rocío Carrasco.

Hubo hasta una escisión en la cadena. Según el docudrama avanzó, Telecinco se dividió en dos bandos. En un lado del ring, Unicorn Content, la productora de Ana Rosa Quintana; en el otro, La Fábrica de la Tele, productora del docudrama y Sálvame. La reina de las mañanas decidió no hablar en su programa de los últimos episodios de Rocío, contar la verdad para seguir viva, y eso fue muy criticado por el otro bando, con Carlota Corredera a la cabeza. En una cadena en la que la retroalimentación es una seña de identidad, lo cierto es que resultó sorprendente, como lo fue que Ana Rosa incorporase a su espacio a Rocío Flores. A posteriori, la veterana periodista argumentó, con números en la mano, que la larga cambiada al monotema le permitió mejorar la audiencia.

Los hermanos televisivos

Rocío, contar la verdad para seguir viva tuvo además un sobrino televisivo: el testimonio de Paquirrín, otro hijo de muy famosos, rajando de su madre en Cantora, la herencia envenenada. También, cómo no, en Telecinco. El primer episodio, con duración de telemaratón y Jorge Javier disfrutando como un niño de la rajada, fue la bomba H. Después el asunto se diluyó entre recovecos jurídicos.

Pero esto de Paquirrín era en realidad un entremés para lo que iba a venir después, que era más Rocío Carrasco, más Antonio David, más Mohedano.

En el nombre de Rocío se bautizó la segunda parte. El anuncio nos presentó a la protagonista paseando por Chipiona ajena al dron que la sobrevolaba. En esta ocasión, se trataba, sobre todo, de ajustar cuentas con los Mohedano. El producto se anunció para el otoño de 2021, pero aún seguimos aguardando sentados por él.

Antes llegó Montealto: regreso a la casa, el programa que reconstruyó en un estudio la que fue la casa de Rocío Jurado en sus últimos años, decorada con objetos reales proporcionados por su hija. Ninguno de sus cinco episodios (emitidos entre el 1 y el 18 de febrero de este año) superó los dos millones de espectadores.

Tras aquello, la omnipresencia de Rocío Carrasco se acabó. Su figura ha ido perdiendo minutos de parrilla poco a poco. A finales del pasado mes, el rumor se convirtió en clamor: «La dirección de Mediaset habría dado indicaciones para no hablar en sus programas de Rocío Carrasco, sobre todo en lo referente a la disputa que tuvo con su hija, Rocío Flores, cuando esta era adolescente», publicaba El Debate bajo el titular «Rocío Carrasco ya no interesa en Mediaset».

El pasado 8 de marzo se vivió un nuevo y significativo episodio. Telecinco anunció a bombo y platillo la emisión de la alfombra roja del concierto benéfico en honor de Rocío Jurado organizado por su hija, pero después dio marcha atrás.

Una señal más de que ha dejado de interesar. Por ahora. Porque ya sabemos que nada es para siempre, y más en la cadena amiga. La impresión es que Telecinco ha dejado en barbecho a Rocío Carrasco. Lógico y normal, pues, tras un año recogiendo frutos, la tierra está quemada.