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María Pombo, en Mi casa es la tuya

Mi casa es la tuya

El motivo por el que María Pombo perdió 15.000 seguidores

La influencer es entrevistada por Bertín en Telecinco, la cadena en la que soñaba con trabajar cuando era niña

Bertín Osborne no sabía que era una influencer, ni conocía a María Pombo, pero sí a su padre: «Le tengo un cariño acojonante», elogió el cantante a Vituco, dueño de un restaurante que frecuenta el padre del artista.

La primera pregunta estaba cantada. ¿Qué es un influencer? «Es una nueva forma de hacer publicidad. Ahora las marcas invierten en personas influyentes la publicidad que antes invertían en las calles», respondió la madrileña, quien cuenta con 2,3 millones de seguidores. Ella los rentabiliza, no así Bertín con su medio millón. «Estoy perdiendo un disparate de dinero», concluyó el cantante.

Una mala estudiante

Empezaron por el principio. Por la infancia; más en concreto, por los estudios: «Todas las hermanas éramos un poco desastre. Ni aunque me paguen vuelvo al colegio». En cuarto de Primaria, sufrió un episodio traumático. «Por mucho que lo intentaba, nunca llegaba al aprobado en Matemáticas», empezó contando. Antes de un examen, estudió mucho para cambiar esa dinámica. No lo logró: «María, como siempre no te da. Un 2 has sacado», le dijo la profesora delante de toda la clase. Se puso a llorar. Escribió en un papel todo tipo de insultos dedicados a la maestra. Lo fue a tirar a la papelera. Pero de ahí lo rescató la docente. La amonestaron: «Y me invitaron a irme del cole». Mucho más adelante, estudió, como el resto de sus hermanas, dos años en el extranjero.

«Tuve una infancia feliz. Siempre en el campo. Montando a caballo, montando en bici, o dando paseos con mis hermanas», recordó más allá de las aulas.

Tiene dos hermanas «biológicas» y una tercera a la que da esa consideración, Gabriela, hija de la que fue su nanny.

Sus aspiraciones infantiles

De niña, cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, respondía que «madre». Cuando creció un poco más, respondía que profesora de Infantil. También quiso ser chica del Telecupón. «La que sacaba el 5», en concreto. Por entonces, el sorteo se emitía en Telecinco, la cadena que anoche dedicó su prime time del sábado a la influencer.

Creció, y no acabó de ver claro su futuro. «Yo no tenía ninguna vocación que me apasionara».

Sus inicios

Acabó siendo influencer. De primera generación. «Cuando yo empecé, no era un negocio». Fue en 2012 cuando abrió su cuenta de Instagram.

«Tenía un novio famoso. Tenía 30.000 seguidores. Cuando lo dejo, me bajaron. Me quedé con 15.000. Como entonces no era mi trabajo, no me pareció un desastre», le contó a Bertín, que ignoraba de quién le estaba hablando. Era de Álvaro Morata, hoy delantero de la Juventus y de la selección española. Aquello empezó en 2014 y acabó en el verano de 2015.

«Yo lo estaba pasando fatal. Yo estaba muy enamorada. No sé si enamorada, obsesionada… Lo pasé muy mal. No era una relación tan conocida como la de ahora, pero era pública. Salió en revistas que lo habíamos dejado».

Todo empezó a cambiar un 15 de agosto en Santander. Pablo Castellano, al que conocía de meses atrás pero que le había caído mal, le escribió diciendo que iba a ir por la localidad cántabra. Que a ver si se veían. Le gustó. Pero había dos obstáculos. Uno: «Rondaba por ahí que era gay». El otro era que ella tenía la cabeza en otro sitio: «Yo sigo enamorada de mi ex. Y sé que va a volver», le dijo ella. Él no se lo tomó mal: se mostró convencido de que antes del cumpleaños de María, en octubre, estarían juntos. Así fue, pero antes volvió con Morata.

A Italia se fue, que era donde jugaba entonces el futbolista. Pero no funcionó. «No me sentía valorada. Volví a España». Un amigo le pagó el billete de vuelta, porque no tenía un duro. Un mes después de su regreso, le mandó un mensaje a Pablo. Y hasta hoy.

«Él me empezó a impulsar. Fue la primera persona que creyó en mí», elogió María al que es su marido y padre de su hijo Martín.

La enfermedad

Durante el confinamiento, María tenía hormigueos por todas partes. Pensó que era algo relacionado con el embarazo. Pero no: le diagnosticaron esclerosis múltiple. Estuvo quince días sin subir nada a las redes. Fueron jornadas horribles: «Pensé que el bebé no iba a sobrevivir». Sobrevivió, vaya sí lo hizo.

Respiró aliviada cuando le dijeron que era esclerosis múltiple. Porque conocía la enfermedad. Es la que sufre su madre desde hace décadas. Lo reveló en Instagram y la avalancha de apoyos le conmovió. Contarlo también tuvo una parte negativa: «Hay marcas que no te contratan por ser paciente de riesgo».