'Historias de película'
Las tres muertes de Romy Schneider
La actriz, inmortal en el cine gracias a las películas de Sissi, murió con 43 años. Pronto se cumplirá el 40º aniversario de su fallecimiento
La primera de las tres muertes de Romy Schneider fue la de Harry Meyen, su primer marido.
Ocurrió el 15 de abril de 1979. Domingo de Resurrección. Harry Meyen, que arrastraba una depresión desde que fue torturado en los campos de concentración nazis, aparece ahorcado en su casa de Hamburgo.
Romy Schneider estaba en México. Su matrimonio se había roto unos años antes, pero Harry Meyen era el padre de sus hijos y, además del recuerdo de su relación, conservaba su amistad con él. El último día en la vida de Harry Meyen fue en realidad el primero del final de la de Romy Schneider, sumida en una depresión agravada por el consumo de alcohol. El destino, no el de Sissi sino el suyo, le depararía dos años después otro golpe aún más doloroso.
El fatal accidente de su hijo
La segunda de las tres muertes de Romy Schneider fue la de Daniel, su hijo.
Sucedió el 5 de julio de 1981. El segundo matrimonio de Romy Schneider ya era historia. Daniel Biasini, el padre de su hija Sarah y de otro hijo que la pareja perdió antes de nacer, ya le había pedido el divorcio cuando el primer hijo de la actriz visitó la casa de los padres de Biasini. La puerta estaba cerrada y Daniel, como ya había hecho otras veces, trepó por la verja para entrar. El chico, que tenía 14 años, se resbaló y cayó sobre las puntas de la reja. En el hospital no pudieron hacer nada por salvar su vida.
«He enterrado al padre y he enterrado al hijo, pero nunca los he abandonado y ellos tampoco me han abandonado a mí», llegó a escribir Romy Schneider en su diario.
La muerte de Romy Schneider
La tercera de las tres muertes de Romy Schneider fue la suya.
Esa se produjo el 29 de mayo de 1982. No había pasado ni un año tras el fallecimiento de su hijo Daniel. Laurent Pétin, su última pareja, la encontró sin vida en su casa de París. Entre botellas de alcohol y botes de medicinas. No se realizó ninguna autopsia para revelar las causas de un fallecimiento que fue despachado en el certificado de defunción como un paro cardíaco.
Además de las botellas de alcohol y los medicamentos, otro objeto servía de indicio para conocer los motivos del fatal desenlace: una carta con unas líneas en las que Romy Schneider pedía perdón por no acudir a una sesión de fotos. Una carta. El mismo recurso utilizado por Alain Delon para comunicar a la actriz, muchos años antes, que la abandonaba. El padre de Romy Schneider también la había abandonado. A ella y a su madre. El padre no dejó carta. Era más directo, como cuando le soltó esta frase a su hija cuando aún era una niña: «Tienes cara de rata, pero eres fotogénica».
En esos trágicos últimos años de Romy Schneider se produjo otra muerte, esta vez natural. La de Rose, su abuela paterna, que falleció solo unos meses después de Harry Meyen. La abuela vivió hasta los 106 años. La nieta, inmortal en el cine como la emperatriz Sissi, se quedó en 43.