Historias de película
John Ford no mató a Liberty Valance, mató a John Wayne
Se cumplen seis décadas del estreno de la película de John Ford que acabó con el wéstern clásico
El senador Ransom Stoddard (James Stewart) ante el humilde féretro de un viejo amigo, Tom Doniphon (John Wayne), y una reflexión que enmarca buena parte de la filmografía de John Ford: «Cuando la leyenda se convierte en un hecho, publica la leyenda».
Se cumplen 60 años del estreno de El hombre que mató a Liberty Valance, una de las obras maestras de John Ford. La película está considerada por muchos como el primer wéstern crepuscular, la desmitificación del género firmada por el mismo director que lo elevó a la máxima categoría.
La famosa confesión del senador Stoddard, que medra gracias a un acto de valentía sincero pero no consumado, es replicada por los periodistas con el famoso «print the legend». Ford retoma un asunto que él mismo abordó en otra de sus películas más destacadas: Fort Apache.
La cinta que abre la conocida como Trilogía de la caballería, conjunto que cumple con la máxima de hacer de la conquista del Oeste un mito nacional para los Estados Unidos, se cierra con una escena de John Wayne sobre la que merece la pena detenerse.
Fort Apache, estrenada catorce años antes que El hombre que mató a Liberty Valance, se sostiene sobre la misma premisa: la leyenda convertida en un hecho. John Ford rememora aquí, sin mencionarla, la trágica derrota de Little Bighorn y lo hace dándole un tinte épico que sabe que es falso.
El capitán York, que ha presenciado la masacre y los errores del Teniente coronel (Henry Fonda) que llevaron a ella, confirma, a mayor gloria del Ejército norteamericano, la versión más épica que tienen de la batalla y el soldado los periodistas: «Ya es una leyenda, el héroe de los escolares». La guerra debe continuar.
La confesión de un maestro
Volvemos entonces al pequeño cuartucho en el que John Ford redefine el género. Ya no es necesario continuar la conquista, la civilización se expande por el Oeste y el mito pende de un hilo. En ese contexto, el senador Stoddard decide reconocer los claroscuros de la historia.
John Ford es Stoddard contando la verdad sobre sus películas y es la prensa que opta por preservar una leyenda que toma consciencia de sí misma. Redondea la metáfora el cuerpo yacente de John Wayne, personificación del wéstern clásico.
Pero la decisión de los reporteros no evita que la magia se rompa. En lo sucesivo las películas de vaqueros difuminarán la frontera entre las virtudes de sus protagonistas y la crueldad de sus malhechores. El director no quiso que sus héroes se convirtieran en superhéroes y prefirió hacerlos simplemente hombres.