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Carlos Alcaraz, en El HormigueroAntena 3

El Hormiguero

Lo que su voz interior dice a Carlos Alcaraz

El tenista, número 9 del mundo, desvela en El Hormiguero que antes de la final del Godó se cayó por unas escaleras

Tiene el discurso humilde de grandes campeones españoles como Nadal o Indurain. «Lo llevo bastante bien. No me considero yo famoso. Cuando la gente te empieza a reconocer, yo me lo tomo con la máxima naturalidad posible. Para mí, es un placer que la gente me vaya conociendo», empezó contando Carlos Alcaraz a Pablo Motos.

Acaba de ganar el Conde de Godó. No lo había revelado hasta que pisó el plató de El Hormiguero, pero un rato antes de la final resbaló y se la pegó: «El domingo me levanté con el pie izquierdo. Me caí por las escaleras antes de la semifinal. Tampoco fueron 80 escaleras, pero fueron unas poquitas. Me hice daño, en el sóleo, más o menos. Salí a pista y con la adrenalina del partido se supera». Ganó esa semifinal y tuvo que esperar dos horas para la final. En ese intermedio, fue muy español: «Me dormí una siestecita de media horita y comí algo». Planchó la oreja en buen sitio, pero lo puede hacer en cualquiera: «Me duermo en cualquier parte. Si no hay sofá ni hay nada, me pongo tres toallas en el suelo y ya». Ganó la final. Al acabar, hizo «quince o veinte minutos de bici».

En ese torneo hizo todas sus rutinas culinarias y de superstición. La noche antes de los partidos, toma algo de arroz y pescado; hora y media antes del choque, pasta con ambrosía («crema de cacao 100 %», explicó). Al sacar, toma cuatro pelotas y se queda con las dos más rápidas. Tras ganar, se tolera algo de fiesta y, de vez en cuando, se bebe una ginebra con limón («he estado contentillo», confesó).

Antes de Barcelona, fue Miami. El primer español que gana ese torneo se llevó 1,1 millones. Su padre y su madre le administran las finanzas. Suelen abrir la mano, pero «para un coche bueno todavía estoy luchando», confesó entre risas.

Pablo Motos y Carlos AlcarazAntena 3

Sus triunfos no son solo de él. Reparte méritos con su equipo. Su entrenador, Juan Carlos Ferrero, exnúmero uno del mundo, estaba en su público junto al resto del equipo del tenista murciano: «Ellos están para decirme las cosas malas, y para que me cabree un poquito, pero es lo mejor para mí». 'Juanqui' es su técnico desde los quince años. Cómo era con esa edad: «No entraba en razón y era desordenado, que lo sigo siendo pero menos. Me cabreaba, no controlaba bien mis emociones». «¿Cuándo juegas con él al tenis, le ganas?», preguntó Motos. «Ahora, sí. Hasta hace un año, le ganaba, me ganaba». Su entrenador negó con la mano, pero admitió que es así con una sonrisa.

Fortaleza mental

«En el tenis todo es mental», proclamó. Antes de salir a la pista, su pensamiento más recurrente es este: «Ser valiente, que las cosas salgan de ti, que no intentes amarrar el resultado. Mi pensamiento es: 'Quiero ser agresivo, quiero ir a por ello'. Si pierdo, he perdido, pero me quiero ir con la sensación de que ha salido de mí y he sido valiente». Cuando observa debilidad en el adversario, muerde: «Cuando veo que el otro está empezando a bajar el ritmo, no está tan seguro, yo me doy cuenta y le atacó en su debilidad». Cuando llega el punto decisivo, que es «el que más cuesta siempre», su voz interior le ayuda: «Me llamo Charly a mí mismo. Me digo: 'Charly, haz magia. Intenta terminar a lo grande'. Siempre me digo eso».

La comparación con Rafa Nadal es inevitable. «Poco a poco, me lo voy tomando más normal. Si te comparan con Rafa, es que estás haciendo las cosas bien. Rafa es uno de los mejores de la historia y que te comparen con él es bueno en cierta parte. Por otra parte, te están echando piedras en tu mochila. Y piedra que me echan, piedra que tiro». Del mallorquín se queda con «el espíritu de lucha, de no rendirse nunca».