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Downton Abbey: una nueva era ya está en los cines

Downton Abbey: una nueva era ya está en los cinesUniversal Pictures

Crítica de cine

'Downton Abbey: una nueva era': un final inolvidable para una serie espléndida

La segunda película basada en la serie de televisión cierra la historia de forma impecable

Comienza la década de los treinta en Downton Abbey, la mansión del Conde de Grantham (Hugh Bonneville), en Yorkshire. Después de años de fatigas y tribulaciones parece que los miembros de la familia Crawley han alcanzado la felicidad, desde la Condesa Viuda Violet (Maggie Smith) hasta sus bisnietos. En la parte de abajo del castillo, la servidumbre parece por fin haber hecho realidad sus sueños. Pero ocurren dos cosas que amenazan con volver a tambalear los cimientos de Downton. Por un lado, la Condesa Viuda hereda misteriosamente una villa en la Riviera francesa, lo que saca a la luz episodios ocultos de su vida en los años de su juventud. Y por otro, una productora de Hollywood solicita permiso para rodar una película en la mansión de los Crawley. Así que los condes de Grantham, acompañados de la familia de su yerno, viajan a Francia a conocer los detalles de la sorprendente herencia, y Downton se queda a las órdenes de Lady Mary Crawley (Michelle Dockery) dispuesta a recibir a las estrellas de Hollywood y toda la parafernalia y aparatosidad de un rodaje cinematográfico. En esas pocas semanas van a ocurrir cosas muy importantes para el variopinto microcosmos humano de Downton Abbey.

Los innumerables seguidores de serie británica Downton Abbey están de suerte. Normalmente las películas inspiradas en series suelen decepcionar a sus fans. Y ese fue el caso del primer largometraje que se estrenó de la citada serie, en 2019, dirigido por M. Engler. Pero esta nueva película que se acaba de estrenar, dirigida por Simon Curtis (La dama de oro, Mi semana con Marilyn…) es harina de otro costal. El guionista y creador de la serie, el barón Julian Fellowes, ha puesto lo mejor de sí para regalarnos un memorable capítulo final en pantalla grande. Porque en realidad la película es eso, el capítulo que pone fin a la serie, clausurando todas las tramas y atando todos los cabos sueltos. Eso no significa que el espectador que no haya seguido la serie no pueda comprender la película. La comprenderá, porque tiene dos tramas autoconclusivas, divertidas y bien escritas. Pero el que haya llegado hasta el último capítulo de la sexta temporada disfrutará mucho más, porque conociendo el periplo de cada personaje, vera cómo, en esta película, llegan todos a su destino final.

La película pone el broche de oro a lo que en el fondo Julian Fellowes quiere retratar a lo largo de toda la serie: el fin del Antiguo Régimen y el nacimiento de «una nueva era» en la que la aristocracia pierde su poder y relevancia y se va convirtiendo en pieza de museo. Tras la Primera Guerra Mundial, los Crawley se van dando cuenta de que el mundo «exterior» está cambiando rápidamente: de valores, costumbres, prácticas económicas… Especialmente importante es el cambio social. En lo alto de la pirámide van dejando de estar los nobles y empiezan a ocuparlo abogados, profesionales, periodistas, empresarios… de cunas humildes pero de chequeras generosas. A lo largo de la serie, algunos miembros de la familia Crawley tratan de hacerse fuertes en su torre de marfil, desafiando al paso del tiempo. Pero otros miembros, las mujeres más jóvenes, comprenden la necesidad de acompasarse a los nuevos tiempos y dejar atrás prejuicios y formalidades que impiden el progreso.

La película, decíamos, es el corolario perfecto para esta idea. El rodaje que se instala en Downton es la mejor expresión de la revolución que vive el mundo, y criados y señores acogerán con progresivo entusiasmo estos nuevos retos. Por otra parte, el destino de la Condesa Viuda, encarnación viva del antiguo Régimen, abrirá de par en par las puertas al ya instalado siglo XX, que llegaba con retraso al condado de Grantham.

Película y serie destilan las esencias de la idiosincrasia británica más refinada. Poco que ver con la realidad urbana de la Inglaterra actual pero mucho que ver con ese inconsciente colectivo con los que los británicos entienden su identidad nacional. Esto es mérito del citado Julian Fellowes, autor de importantes guiones de películas de época como Gosford Park (R. Altman, 2001) - por el que Fellowes obtuvo el Oscar al mejor guion-, Vanity Fair (M. Nair, 2004) o La Reina Victoria (J.-M. Vallée, 2009). Fellowes es miembro de la Cámara de los Lores por el Partido Conservador. Hijo de un famoso diplomático, ha conocido la huella del mundo que se describe en Downton Abbey y posteriormente estudió Literatura Inglesa en Cambridge. Con esta película ha firmado el mejor, más elegante, más divertido y más emotivo capítulo de toda la serie.

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