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Fotograma de `Les amandiers´

Festival de Cannes: entre la denuncia y la autobiografía

El concurso se ha paseado hoy entre la autobiografía y la denuncia de la intolerancia religiosa con dos films llegados de Francia y de Irán, vía Dinamarca

Les amandiers es un notable ensayo autobiográfico de Valeria Bruni Tedeschi, que recuerda sus años de aprendizaje con ese genio del teatro que fue Patrice Chéreau, justamente en su escuela de Nanterre, Les amandiers, que da título al film, mientras Holy Spider lleva la firma del iraní exiliado en Escandinavia Ali Abbasi, sobre un caso real de un fanático que asesinaba prostitutas para purificar una ciudad santa, con la connivencia tanto de la policía como de las autoridades religiosas y de la población.

Bruni Tedeschi, por esas vueltas del destino, es cuñada del expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, al haberse casado rste en 2008 con su hermana, la ex modelo y actriz Carla Bruni. Era ya famosa veinte años antes como actriz de teatro, justamente de la mano de Chéreau, y luego de cine y televisión, antes de abordar la dirección desde 2003 con Il est plus facile pour un chameau….

La realizadora ha siempre mezclado en sus ocho films hasta la fecha su propia vida privada con la ficción, tanto en sus aspectos más risueños, como las tempestuosas relaciones con maridos y amantes (Les estivants), o los más trágicos, como la muerte de su adorado hermano por SIDA (Un château en Italia), empleando a menudo como actores a sus parejas y a su misma madre, Marisa Borini.

Dado que Bruni Tedeschi es casi siempre la protagonista de sus films como directora, he aquí que en su filmografía es difícil saber donde termina la vida y donde empieza la ficción. La única excepción es, obviamente, Les amandiers donde su alter ego es la actriz de origen polaco Nadia Tereszkiewicz, de rasgos extraordinariamente parecidos pero más baja de estatura.

Bruni Tedeschi le deja también concederse esas sobreactuaciones que forman parte de su estilo, una exageración histriónica perdonable, que se extiende a gran parte de los actores y, especialmente, a Sofiane Bennacer en el rol de su amante heroinómano que dará un toque trágico a este vivo retrato de una nueva generación de actores que se tragan la vida a una velocidad máxima.

Perfecto y mesurado Louis Garrel, que fuera pareja de la directora, en el rol de Chéreau del que él mismo había sido alumno.

Ali Abbasi vive desde hace tiempo exiliado en Dinamarca, donde ha realizado toda su obra desde 2008 con tres cortos y tres largometrajes, el segundo de los cuales, Border, que se inspiraba al realismo mágico latinoamericano de García Márquez, Fuentes y Bolaños, ganó el premio de la sección paralela Una cierta mirada, aquí mismo en Cannes, en 2018.

Holy Spider era el apodo con el que se conocía al asesino serial de 16 prostitutas en la ciudad santa de Mashhad que nunca hubiera sido atrapado si no hubiese sido por el ahínco de una periodista de Teherán, que exponiéndose como cebo, logró entregarlo a la reluctante policía que, junto con las autoridades religiosas y parte de la población, justificaba y loaba sus crímenes.

La protagonista, Zahra Amir Ebrahimi, que fuera a principios de siglo una gran estrella de la televisión iraní y hoy se ha visto obligada a exiliarse en París por sus ideas y carácter desprejuiciados, es la coprotagonista del film junto a un intenso Mehdi Bajestani, impresionante en su alegato de ser un simple servidor de un dios, como él, obsesionado por la corrupción sexual y la liberalización de las costumbres.

Imposibilitado de volver a su país, Abbasi primero pensó en filmar en Turquía hasta finalmente recalar en Jordania. «Lo que quise con esta película fue ofrecerle un espejo a la sociedad iraní, y aunque el espejo se vea sucio y empañado, no deja por ello de dar una imagen verdadera de lo que es el Irán de hoy».