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'Intimidad' cuenta dos historias que se entrecruzan

'Intimidad' cuenta dos historias que se entrecruzanNetflix

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'Intimidad': sexo, mentiras y 'clips' de vídeo en la serie española del año

Estrenada en Netflix la semana pasada, está siendo más vista en España que Stranger Things

Sí, es la-serie-de-la-que-todo-el-mundo-habla esta semana. Intimidad, estrenada el pasado 10 de junio en Netflix, es una ficción muy real sobre víctimas que se sienten culpables, sobre mujeres cuya intimidad, aireada de móvil en móvil, se expande con la rapidez de un virus asiático. Sobre acosadas que se encogen por el qué dirán y acosadores que se crecen parapetados en el anonimato digital. Intimidad nos expone, con claroscuros norteños, como estos casos pueden suceder arriba (en la política) o abajo (en una fábrica). Y nos llega a reflexionar sobre lo que cobijamos o compartimos en ese aparato que nos marca el pulso de nuestros días, el teléfono, el arma más letal del siglo XXI: nunca fue tan fácil hacer tanto daño.

De un enorme daño, y sus consecuencias, nos empieza hablando alguien desde el más alla. En El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950) lo hacía un hombre desde el fondo de una piscina. Aquí la narradora es una mujer de la que sabemos que su fatal destino ha sido el fondo del mar. Ella se llama Ane (Verónica Echegui) y, como todo el mundo, tiene un pasado. Solo que en el de esta muchacha hay unos vídeos más que comprometidos. Esas imágenes han sido su trampolín hacia la muerte. Fue ella la que se tiró, pero hubo muchos –y muchas– detrás empujando. Bego (Patricia López Arnáiz), que vivía ajena al drama que corroía a su hermana, busca la verdad, y el suyo será un camino doloroso pero liberador.

No es la única trama de Intimidad, donde se entremezclan dos historias principales que tienen a la policía Alicia Vázquez (Alicia Wagener) como primer nexo común. La otra es la de Malen Zubiri (Itziar Ituño), vicealcaldesa de Bilbao que aspira al sillón principal del consistorio, una mujer tan ocupada que no encuentra tiempo para separarse de Alfredo (Marc Martínez) ni para atender a su hija, la problemática adolescente Leire (Yune Nogueiras), protagonista de una subtrama muy jugosa que tiene que ver también con las grabaciones del móvil. No tiene tiempo para los que están cerca pero sí para hacer surf y enrollarse en la costa francesa con un apuesto muchacho, momento que es captado por un virtuoso del vídeo (logra una grabación 4K de lejos y con la única la luz de una hoguera como todo soporte lumínico). Por cierto, no se dice a qué partido pertenece la vicealcaldesa, pero todos damos por sentado que es el PNV, liderado por cierto por una mujer, Miren (Emma Suárez).

Quien saca adelante esta historia con la credibilidad absoluta que en ciertos momentos no tiene la trama es un elenco de actores en estado de gracia. Alguien puede pensar que es difícil ver a Itziar Ituño y no pensar en qué golpe estará planeando con su querido a la par que admirado Profesor, pero esa impresión se te despeja a los cinco minutos, cuando ya solo puedes ver en ella la alcaldesa que a toda ciudad le gustaría tener en una situación de crisis. Igual que todos desearíamos tener una hermana tan perseverante y valiente como la que interpreta Patricia López Arnáiz, a la que vimos en aquella excelente serie sobre los inicios de ETA (La línea invisible) y levantando un Goya a la mejor actriz principal por Ane. Muy destacables también dos actuaciones separadas por generaciones, las de la jovencísima Yune Nogueiras, a la que los más puestos conocen de Akelarre, y de la veterana Emma Suárez, soberbia en su sobriedad como líder política. En el elenco masculino merecen mención especial Marc Martínez en su papel de marido socarrón y César Sarachu componiendo al distante padre de la protagonista (Juan Mari).

Bilbao, protagonista

Y no se puede hablar de Intimidad sin empaparse este texto de atmósfera vasca, sin mentar ese Bilbao alejado de la postal turística. Ayuda a las series españolas esta deslocalización de escenarios, que no todo tenga como escenario las trilladas calles de Madrid o Barcelona. Le da frescura, como ocurría en Patria o en Fariña, series con las que Intimidad comparte el hecho de que están habladas mayoritariamente en castellano pero con palabras y frases en los idiomas autóctonos para dar mayor verosimilitud.

Todo ello se articula en ocho episodios (de más de 45 minutos) que quizá se podría haber quedado en seis o siete aligerando algunas tramas y, sobre todo, evitando esas conversaciones trascendentales sobre el sentido de la vida más propias del cine de Kieślowski que de una miniserie sobre sexo, mentiras y clips de vídeo.

Se agradece que, pese a los constantes saltos temporales, la trama resulta sencilla de seguir sin necesidad de un plano-guía, y eso sin duda es mérito de dos guionistas tan curtidas como Laura Sarmiento (Isabel) y Verónica Fernández (Hospital central, Cuéntame). Ellas hacen que encajen todas las piezas de este mecano argumental dirigido por tres hombres (Jorge Torregrossa, cuatro episodios; Ben Gutteridge, dos; Koldo Almandoz, uno) y una mujer (Marta Font Pascual, uno).

Intimidad es, en definitiva, una de las series de un año de muy buenas series españolas. A día de hoy, es la más vista en Netflix en España por delante de Stranger Things y solo por detrás de Peaky Blinders.

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